A menudo, los psoriásicos no sólo se ven afectados por manifestaciones cutáneas, sino que también padecen una o varias enfermedades concomitantes. Esto debe tenerse en cuenta en el marco de los conceptos de terapia individualizada. Lo que esto significa en términos concretos es objeto de varios estudios actuales.
La medicina personalizada comprende medidas diagnósticas, preventivas y terapéuticas adaptadas de forma óptima a un individuo [1]. Este enfoque desempeña un papel cada vez más importante en el tratamiento moderno de enfermedades sistémicas como la psoriasis. Entre el 25 y el 30 por ciento de los pacientes desarrollan artritis psoriásica (APs) [2]. La psoriasis también se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, enfermedades inflamatorias intestinales, enfermedades hepáticas y renales y enfermedades mentales [3].
Implicaciones para el tratamiento con biológicos
Es importante que se registren las comorbilidades y que, si es posible, se reduzcan mediante terapia tanto las manifestaciones cutáneas como las enfermedades concomitantes. La esperanza de vida de las personas con psoriasis se reduce debido a diversos factores, siendo las enfermedades cardiovasculares una de las causas más comunes de mortalidad [3]. La cuestión de qué implicaciones tienen las comorbilidades en la terapia sistémica con biológicos es cada vez más importante. La profesora Alice Gottlieb, de la Escuela de Medicina Icahn de Nueva York, presentó los resultados de un análisis post-hoc en la reunión de la EADV 2019 [4]. El conjunto de datos se basó en cuatro ECA de fase III de un total de 2401 pacientes tratados con el inhibidor de la IL17 secukinumab (150 o 300 mg) o el inhibidor del TNF-α etanercept (50 mg) durante un periodo de 12 semanas. Los resultados de eficacia y seguridad se estratificaron según la presencia o ausencia de comorbilidades basales. El 61% de los pacientes tenía sobrepeso (IMC ≥ 30 kg/m2), el 37% sufría hipertensión y el 18% padecía artritis psoriásica. No hubo diferencias significativas en la eficacia y la seguridad entre los pacientes con comorbilidades frente a los que no las tenían. El secukinumab produjo una mayor mejoría de los síntomas y la tolerabilidad también fue buena en las personas con comorbilidades al inicio del estudio. Hasta un peso corporal de 90 kg, la respuesta a la terapia no se vio afectada.
Metaanálisis sobre los efectos a largo plazo
En un metaanálisis publicado en JEADV en 2019, se compararon los resultados de diferentes ensayos controlados aleatorios (ECA) con respecto a los efectos tras 52 semanas [5]. Se incluyeron ECA que registraron PASI 75, PASI 90 y PASI 100 como resultados. En un análisis inicial, se descubrió que el brodalumab era el más eficaz, seguido del secukinumab, el ustekinumab y el etanercept. En un segundo análisis, que incluyó otros estudios y agentes (adalimumab, apremilast, infliximab e ixekizumab), se confirmaron estos resultados: El brodalumab mostró los mejores resultados, seguido del ixekizumab y el secukinumab, que resultaron superiores al ustekinumab, el infliximab y el adalimumab. El etanercept y el apremilast tuvieron los menores efectos a largo plazo en este análisis. Dado que actualmente la base de pruebas de ECA con prueba de eficacia durante un periodo de 52 semanas sigue siendo relativamente pequeña, especialmente en el caso de los biológicos más nuevos, el segundo análisis se basa en valores extrapolados a partir de los resultados del tratamiento de la fase de inducción.
Tener en cuenta la dimensión psicosocial
Las terapias eficaces pueden conducir no sólo a una reducción de las manifestaciones cutáneas, sino también a una mejora de la calidad de vida general y de los síntomas psiquiátricos. Sin embargo, el impacto psicosocial no siempre se correlaciona con la gravedad objetiva de la enfermedad, por lo que es importante incluir también el componente subjetivo. Los factores de riesgo modificables más importantes que contribuyen al empeoramiento de los síntomas son el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. El deterioro psicológico es frecuente en los pacientes de psoriasis. Un estudio danés de casos y controles basado en la población publicado en 2019 descubrió que el 4,9% desarrolla una enfermedad mental en un periodo de diez años y que los psoriásicos tienen un 75% más de riesgo de padecer una enfermedad mental [6]. Para estos pacientes en particular, la terapia psicosocial de acompañamiento es un aspecto importante. Un estudio reciente aborda la cuestión de la motivación para utilizar intervenciones psicosociales específicas en personas afectadas de psoriasis. El proyecto de investigación PITSCH “Desarrollo de un instrumento para registrar la motivación terapéutica para intervenciones psicosociales en personas con enfermedades cutáneas crónicas visibles” dirigido por la Dra. Rachel Sommer de la Universidad de Hamburgo fue premiado por la Sociedad Dermatológica Alemana (DDG) [7].
Literatura:
- Oficina Federal de Salud Pública (OFSP): Investigación y tecnología biomédicas. Medicina personalizada, www.bag.admin.ch, último acceso 18.05.2020
- Gensthaler BM: Psoriasis: el control de los síntomas como objetivo terapéutico, Pharamazeutische Zeitung, 27.05.2019, www.pharmazeutische-zeitung.de/symptomkontrolle-als-therapieziel, último acceso 18.05.2020
- Kovitwanichkanont T, et al: Beyond skin deep: addressing comorbidities in psoriasis. Med J Aust. 2020 mayo 10. doi: 10.5694/mja2.50591. [Epub ahead of print].
- Consejo Internacional de Psoriasis (CIP): www.psoriasiscouncil.org/2019_eadv_congress_report.htm#, último acceso 18.05.2020
- Sawyer LM, et al: Long-term efficacy of novel therapies in moderate-to-severe plaque psoriasis: a systematic review and network meta-analysis of PASI response. JEADV 2019;33: 355-366
- Leisner MZ, et al: Psoriasis y riesgo de trastornos mentales en Dinamarca. JAMA Dermatol 2019; 155(6): 745-747.
- Deutscher Psoriasisbund e.V.: www.psoriasis-bund.de/aktuelles, último acceso 18.05.2020
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2020; 30(3): 24