Asistimos a un cambio demográfico sin precedentes: la transición de unas tasas de natalidad y mortalidad altas a otras bajas tiene consecuencias políticas, socioeconómicas y sanitarias a escala mundial.
Un punto importante de este cambio es el crecimiento del número y la proporción de personas mayores. Desde mediados del siglo XIX, la esperanza de vida ha aumentado a un ritmo de unos tres meses/año. Actualmente, la esperanza de vida mundial es de 66 años, una de cada diez personas tiene 60 años o más; en 2050, una quinta parte y en 2150, un tercio de la población mundial tendrá 60 años o más, mientras que sólo una sexta parte tendrá menos de 20 años. Se prevé que la población total de ancianos aumente de 605 millones en 2000 a 1.200 millones en 2025 y a casi 2.000 millones en 2050. Durante años, los japoneses encabezaron la lista de mayor esperanza de vida. Desde 2012, Suiza, con una esperanza de vida de 82,8 años, se ha situado por primera vez por delante de Japón, que ha descendido al segundo puesto con 82,7 años. Las razones residen en el mayor crecimiento económico de Suiza, el mayor gasto en el sistema sanitario y una tasa significativamente menor de muertes por cáncer.
Estos discos van acompañados de aspectos que hacen reflexionar: Cada vez son más las personas que viven más tiempo en una etapa de la vida influida por la enfermedad, que hay que mejorar o incluso prolongar. En Japón, las ventas de pañales para adultos han superado a las de pañales para bebés desde 2012.
Estos cambios demográficos afectan a todos los aspectos de la sociedad, como el trabajo y el empleo, las infraestructuras y la movilidad, la seguridad social y los servicios. Las consecuencias para nuestro sistema sanitario serán profundas. En vista del aumento de la esperanza de vida, y para que los medicamentos sigan siendo asequibles en el futuro, serán necesarias actividades de política sanitaria en los ámbitos de la prevención primaria y secundaria y de la promoción de la salud para que todo el mundo pueda vivir más tiempo con buena salud.
Para lograr este objetivo, la atención se centra no sólo en la mejora continua de las condiciones sanitarias, sino también en amplias campañas de información contra los estilos de vida poco saludables que repercuten en la población y en el desarrollo de la investigación en medicina medioambiental. Esto también significa que una parte cada vez mayor del trabajo pasará de la terapia de las enfermedades existentes a las estrategias y servicios preventivos.
Al ser el órgano más grande del cuerpo, la piel refleja con especial claridad los primeros signos del envejecimiento. Desde la antigüedad, la gente no sólo ha querido vivir más tiempo, sino también tener un aspecto joven y saludable. Mantener y mejorar la calidad de la piel sigue siendo una preocupación central, a veces existencial, para muchas personas hoy en día. Con este telón de fondo, este PRAXIS DE DERMATOLOGÍA examinará algunas de las causas del envejecimiento cutáneo, las consecuencias resultantes y algunas posibilidades y limitaciones de tratamiento seleccionadas.
Prof. Dr. phil. nat. Christian Surber
Literatura:
- Zouboulis CC, et al: Dermatologist 2012; 63(12): 929-930. doi: 10.1007/s00105-012-2464-2.
- Naciones Unidas, Departamento de Economía y Asuntos Sociales. Perspectivas de la urbanización mundial, la revisión de 2011. http://esa.un.org/unup/, consultado el 31.12.13
- Estadísticas de la OCDE. www.oecd-ilibrary.org/sites/9789264125476-de/12/01/01/index.html;jsessionid=27ddqrck3ambs.delta?contentType=/ns/Chapter,/ns/StatisticalPublication&itemId=/content/chapter/9789264125469-104-es&containerItemId=/content/book/9789264125476-es&accessItemIds= &mimeType=text/html, visto el 31.12.13
Práctica dermatológica 2014; (24)1: 3