Primero las buenas noticias: las infecciones de transmisión sexual (ITS) son básicamente prevenibles y normalmente tratables. Sin embargo, durante años, la práctica clínica diaria ha mostrado un panorama diferente. Recientemente, Gail Bolan, directora de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), sugirió con rotundidad que cada año se producen 20 millones de nuevas ITS en EE.UU. y que la prevalencia actual de todas las ITS supera los 110 millones [1].
La mitad de estas infecciones afectan a adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 24 años en EE.UU., con un número prácticamente igual de mujeres y hombres afectados. Sin embargo, las consecuencias de las infecciones ascendentes inadvertidas con, por ejemplo, clamidia o gonococos son incomparablemente más graves para las mujeres jóvenes con posible infertilidad. Además, hay que mencionar complicaciones como los embarazos ectópicos, la posible transmisión al feto o al recién nacido y, por supuesto, el mayor riesgo de transmisión del VIH. Además de los efectos individuales sobre la salud, están los considerables costes, estimados en 16.000 millones de dólares anuales sólo en Estados Unidos.
Las más comunes, con diferencia, son las infecciones por los virus del papiloma humano, responsables de tres cuartas partes de todos los casos de ITS en términos de cantidad. Gardasil® está disponible desde hace años como vacuna para prevenir los condilomas, en su mayoría inofensivos pero molestos, y las alteraciones causadas por los virus oncogénicos, pero todavía se utiliza demasiado poco, al menos en Suiza, para poder confirmar los informes internacionales de éxito [2]. Según los últimos informes de la Oficina Federal de Salud Pública, la tendencia al aumento de las ITS en Suiza tampoco se interrumpe. Por ejemplo, los casos de gonorrea (en la actualidad principalmente entre heterosexuales) no han dejado de aumentar desde 1996 y alcanzaron su punto álgido en 2013. Esto es alarmante, por un lado, por el evidente aumento de los comportamientos de riesgo y, por otro, por el grave problema de la resistencia. La eficacia de las terapias estándar para la uretritis no gonorreica también está disminuyendo [3], lo que se analiza en el artículo de la Clínica Dermatológica Ambulatoria del Stadtspital Triemli en este número. Dado que cada vez nos enfrentamos a más pacientes preocupados por enfermedades puramente inflamatorias debido a la tercera regla de sexo seguro recién propagada por la FOPH “En caso de picor, secreción y dolor en la zona genital, consulte inmediatamente a un médico”, la diferenciación de estas entidades de las ITS es de gran importancia. Esto se ejemplifica con la balanitis/balanopostitis en el artículo del Dr. Borelli et al. ilustrado. La contención de las ITS sólo puede lograrse si, por un lado, se reducen los umbrales de estigmatización e inhibición, lo que permite una comunicación abierta y honesta. La historia sexual debe ser abordada por la profesión médica, especialmente también en atención primaria, y los pacientes deben ser informados de sus riesgos. Por otro lado, hay que fomentar la concienciación sobre las ITS, intensificar las aclaraciones y los cribados y realizar las terapias de forma rápida y correcta. Además, hay que volver a dar más importancia a la prevención primaria.
Este número se completa con contribuciones no venéreas sobre el envejecimiento de la piel a cargo del Dr. Oliver Kreyden e interesantes informes de congresos.
Con saludos cordiales y colegiales
Prof. Dr. med. Stephan Lautenschlager
Literatura:
- CDC. Incidencia, prevalencia y coste de las infecciones de transmisión sexual en Estados Unidos. www.cdc.gov/std/stats/STI-Estimates-Fact-Sheet-Feb-2013.pdf
- Read TR, et al: La práctica desaparición de las verrugas genitales en mujeres jóvenes 4 años después del inicio de un programa nacional de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH). Sex Transm Infect 2011; 87: 544-547.
- Manhart LE, et al: Los regímenes de tratamiento estándar para la uretritis noonocócica tienen tasas de curación similares pero decrecientes: un ensayo controlado aleatorizado. Clin Infect Dis 2013; 56: 934-942.
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2013; 23(6): 1