En el campo de las enfermedades raras, existe una enorme necesidad de ponerse al día en cuanto a conocimientos, diagnóstico correcto y terapia. Muchos médicos de cabecera también lo sienten. Después de todo, ¿qué médico de cabecera pensaría en la amiloidosis de cadenas ligeras (AL) si el paciente acudiera a la consulta con síntomas que inicialmente se diagnosticarían como insuficiencia cardiaca leve?
Por desgracia, a menudo pasa mucho tiempo antes de que se realice un diagnóstico adecuado de la amiloidosis. Los pacientes lo perciben muy de cerca porque las quejas no dejan de aumentar. La amiloidosis de cadenas ligeras es una enfermedad rara y los síntomas son poco claros, por lo que ni siquiera los especialistas pueden clasificarlos siempre de inmediato. Sin embargo, como la amiloidosis AL es progresiva y el daño orgánico aumenta, es fundamental un diagnóstico rápido y correcto.
Epidemiología
En los países industrializados, la amiloidosis AL es la forma más común de amiloidosis. Los factores desencadenantes son el aumento patológico de las células plasmáticas o, en raras ocasiones, de los linfocitos. Los anticuerpos así producidos están defectuosamente formados en una de las cadenas ligeras. Por lo tanto, se aglutinan y el amiloide resultante se deposita en los órganos en forma de fibrillas difíciles de disolver. Los músculos del corazón, el tracto gastrointestinal, los riñones, el hígado y el bazo se ven afectados con especial frecuencia. Pero una hinchazón inusual de la lengua junto con una insuficiencia cardiaca también puede ser una pista para un diagnóstico más específico.
Existe el riesgo de un diagnóstico erróneo
Entre las causas de la amiloidosis AL se incluyen las gammapatías monoclonales, las enfermedades malignas de la sangre diagnosticadas previamente o las enfermedades de los ganglios linfáticos. Sin embargo, también puede producirse sin que exista tal, por lo que a menudo pasa desapercibida durante mucho tiempo en las personas mayores. Esto se debe también a que los síntomas clásicos, como la falta de aire, la disritmia o el edema en las piernas, pueden conducir inicialmente a un diagnóstico diferente. Sin embargo, si aparecen síntomas adicionales como tensión arterial baja, debilidad, orina espumosa, molestias en la parte superior del abdomen, entumecimiento u hormigueo o incluso dolor punzante, lengua dilatada y hemorragia en la piel que rodea los ojos, es esencial acudir a un especialista.
¿Qué terapias hay disponibles?
Desde el punto de vista terapéutico, hasta ahora sólo existen opciones limitadas para el oncólogo. Entre ellas se incluyen la quimioterapia de moderada a severa en combinación con cortisona o la terapia con células madre destinada a destruir la médula ósea con reducción de plasma o linfocitos y anticuerpos. En este caso, la gravedad de la quimioterapia depende de la edad del paciente, del estado general y de la resistencia de los órganos. La talidomida también se utiliza como terapia. Pero aquí también existe la posibilidad de que se produzcan efectos secundarios.
Por desgracia, los efectos secundarios de la quimioterapia son a menudo tan graves que los pacientes la interrumpen a causa de ellos. Aún se desconoce qué otras terapias estarán disponibles en el futuro. Sin embargo, varios centros de competencia participan en proyectos de investigación. En algunos casos, podrían aliviarse algunos de los síntomas. Sin embargo, la función renal perdida no puede restablecerse. Por lo tanto, un diagnóstico rápido y una posible intervención terapéutica son cruciales para la calidad de vida del paciente.
Además de estos intentos de detener la amiloidosis AL, debe administrarse un tratamiento de apoyo a los sistemas orgánicos afectados. En este caso, el médico de familia informado se encarga de la terapia posterior.
Con el aumento de los conocimientos sobre las enfermedades raras, es de esperar que los médicos de cabecera también estén mejor equipados para considerar la amiloidosis como diagnóstico diferencial en el futuro.
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PRÁCTICA GP 2014; 9(7): 55-56