El tratamiento eficaz de la esclerosis múltiple va mucho más allá de los meros hallazgos de la resonancia magnética o los valores sanguíneos. El bienestar físico y mental es al menos igual de importante para los afectados. Por ello, cada vez más terapias se centran en mejorar la calidad de vida. Gracias a los modernos fármacos modificadores de la enfermedad, ralentizar la progresión de la discapacidad ya no es un deseo.
Una vida buena y autodeterminada a pesar de la esclerosis múltiple (EM): esto ya no tiene por qué quedarse en un deseo. Gracias a una intensa investigación, la gestión del tratamiento ha avanzado en las últimas décadas y está dando resultados. Ahora es posible intervenir en una fase temprana del proceso de la enfermedad y retrasar significativamente la progresión de la EM. Esto también repercute en la calidad de vida. Según la OMS, se define como “la percepción subjetiva que tiene una persona de su posición en la vida en el marco de su contexto cultural y de los sistemas de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, expectativas, normas y preocupaciones” [1]. Para las personas con una enfermedad crónica, la salud física y mental desempeñan un papel especialmente importante. Esto se debe a que la limitación de síntomas concomitantes como la fatiga, los trastornos de la concentración y la memoria o la espasticidad y la incontinencia pueden suponer una pesada carga para la vida cotidiana. Además, existen trastornos de la marcha y problemas de equilibrio que reducen aún más la calidad de vida. No sólo aumenta el riesgo de caídas, sino que la movilidad reducida implica a menudo tener que pedir ayuda. Se trata de una situación especialmente estresante para los pacientes jóvenes.
Una evaluación de los datos de 855 pacientes del Registro Suizo de Esclerosis Múltiple ha analizado el impacto de los distintos síntomas en la calidad de vida relacionada con la salud [2]. Incluyó a 611 participantes con EM remitente-recurrente (EMRR) y 244 con una forma progresiva (EMP). Se descubrió que, en la EMRR, los problemas de la marcha y el equilibrio en particular eran los que más repercutían en la calidad de vida. En el síndrome premenstrual, la espasticidad, la parálisis y los problemas intestinales tuvieron el mayor impacto. A nivel del paciente, la EMRR se ha asociado con trastornos del equilibrio, depresión, mareos y espasticidad, y la EMP con debilidad, dolor y parálisis. En general, se ha demostrado que muchos de los síntomas que tienen un mayor impacto en las personas también contribuyen significativamente a la carga de enfermedad de la población de pacientes.
Inicio precoz del tratamiento para mantener la calidad de vida
Por lo tanto, el objetivo de la gestión moderna del tratamiento de la EM no es sólo liberarse de la actividad de la enfermedad, sino también centrarse en la calidad de vida. Por lo tanto, no sólo está indicada una terapia eficaz, sino también una intervención precoz. Las inmunoterapias pretenden modificar la respuesta inmunitaria. De este modo, se puede influir en el sistema inmunológico, que está mal dirigido en la EM. Dependiendo de la evolución de la enfermedad y de las circunstancias individuales, la terapia puede adaptarse hoy en día de forma específica. Por ejemplo, se distingue entre terapia continua y terapia de impulso. En el caso de la medicación a largo plazo, los preparados se administran con regularidad. Esto puede hacerse desde a diario hasta una vez cada seis meses para mantener el efecto durante un largo periodo de tiempo. En la terapia de impulso, el tratamiento se administra durante un breve periodo de tiempo para conseguir el efecto terapéutico más prolongado posible.
Por ejemplo, en la terapia oral a corto plazo con cladribina, se programan cuatro ciclos de tratamiento a lo largo de dos años. Se realizan dos ciclos de cuatro a cinco días de tratamiento al año, con un mes de intervalo. Datos provisionales recientes muestran ahora una mejora significativa de la calidad de vida con este fármaco en la EM remitente-recurrente tras la primera fase de tratamiento [3].
Otra opción más reciente es el modulador del receptor de esfingosina-1-fosfato-1 (S1P1) ponesimod. Su mecanismo de acción se basa, entre otras cosas, en la reducción de la infiltración de linfocitos en el sistema nervioso central. El comprimido se toma una vez al día. En comparación con la teriflunomida, se produjo una superioridad significativa sobre ésta durante el periodo de 108 semanas en términos de una reducción del 30,5% en la tasa anualizada de recaídas (ARR) y una reducción significativa de las lesiones activas en el cerebro [4].
Literatura:
- www.who.int/mental_health/media/68.pdf (último acceso: 08.09.2021)
- Barin L, Salmen A, Disanto G, et al: La carga de enfermedad de la esclerosis múltiple desde la perspectiva individual y poblacional: ¿Qué síntomas importan más? Esclerosis múltiple y trastornos relacionados 2018; 25: 112-121.
- Solari A, Montalban X, Lechner-Scott J, et al: Improvements in QoL at 1 Year in Patients Treated With Cladribine Tablets for Highly Active Relapsing MS: An Interim Analysis of CLARIFY-MS. e-Poster P238. 13.10.2021, EXTRIMS 2021.
- Ponvory® (Ponesimod) Información temática. Noviembre de 2021; www.swissmedicinfo.ch
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2022; 20(2): 22