La nueva directriz S3 “Diagnóstico, terapia y cuidados posteriores del carcinoma de pene” pretende mejorar la calidad de la atención a los pacientes afectados. La atención se centra en la conservación de órganos.
Según la clasificación de la OMS, el carcinoma de células escamosas del pene se divide en subtipos histológicos: los carcinomas de células escamosas no asociados al VPH y los carcinomas de células escamosas asociados al VPH (Tab. 1). Con un 41%, predomina el carcinoma común de células escamosas, seguido del carcinoma basaloide de pene (7%) y el subtipo verrugoso con un 5%. Las formas de crecimiento macroscópico determinan en gran medida el pronóstico. El tipo de extensión superficial, por ejemplo, tiene un pronóstico bastante bueno en contraste con el carcinoma de pene profundamente invasivo.
El estado del VPH como marcador para la gestión de la terapia
En la actualidad, no existen marcadores biológicos moleculares que puedan recomendarse para el diagnóstico rutinario del carcinoma de pene. No obstante, los hallazgos patológicos deben contener una declaración sobre si la enfermedad está asociada al VPH o no. Esto podría ser una ayuda adicional para la toma de decisiones del comité de tumores, ya que los pacientes con diferentes estados del VPH responden de forma diferente a los agentes quimioterapéuticos o a los inhibidores de los puntos de control. Sin embargo, actualmente pueden distinguirse los factores primarios de oncogénesis. El desarrollo de vacunas terapéuticas contra el VPH podría ser una opción de tratamiento adicional en el futuro. Éstas generan una inmunidad de células T compatibles mediada por células y restringida por el HLA que destruye las células infectadas por el VPH a través de linfocitos citotóxicos.
Objetivo principal: preservación de órganos
El tratamiento debe centrarse principalmente en la preservación de los órganos, dependiendo del estadio y del grado de diferenciación. Se ha demostrado que los procedimientos mutilantes en los genitales externos causan considerables problemas psicológicos y psicooncológicos. Especialmente en los pacientes más jóvenes, esto puede conllevar importantes restricciones sociales y laborales. La clave para la preservación de los órganos es un margen de incisión libre de tumores. Mientras tanto, sin embargo, se puede suponer que una distancia de seguridad de aproximadamente 1 mm es suficiente para lograrlo.
Radioterapia para tumores pequeños
Una alternativa real a la cirugía es la radioterapia, especialmente para los tumores pequeños. La directriz recomienda la radioterapia local para los tumores T1 y T2. Especialmente en lo que respecta a la preservación de órganos, la braquiterapia es una opción adecuada para tumores ≤4 cm. Sin embargo, esto sólo debe hacerse en centros experimentados y de acuerdo con las directrices publicadas. Sin embargo, debe informarse a los pacientes sobre el escaso control local en comparación con la terapia quirúrgica. Por otro lado, su uso como terapia adyuvante aún no se ha investigado lo suficiente en estudios, por lo que no puede hacerse ninguna recomendación general. Y tampoco se pueden hacer afirmaciones definitivas en la aplicación paliativa. La directriz S3 para pacientes con cáncer no curable recomienda que se considere la indicación de radioterapia local en heridas malignas para reducir el riesgo de hemorragia, exudación o para reducir las manifestaciones tumorales desfigurantes o de difícil cuidado y para reducir el edema.
Fuente: 71º Congreso de la Sociedad Alemana de Urología (DGU)
InFo ONCOLOGÍA Y HEMATOLOGÍA 2019; 7(5): 31 (publicado el 16 de octubre de 19, antes de impresión).