Varios estudios demuestran que la vulnerabilidad a los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) aumenta en los descendientes de supervivientes de traumas. Los mecanismos psicobiológicos implican, entre otros, al eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal. El presente artículo resume brevemente los resultados y conclusiones correspondientes.
En experimentos con animales y humanos, se pudo demostrar una mayor vulnerabilidad a los trastornos relacionados con el estrés y bajos niveles de cortisol como correlato biológico (hallazgo típico en el TEPT), tanto en las personas directamente afectadas por experiencias traumáticas como en sus hijos. Sin embargo, también se ha descubierto que estos cambios relacionados con el estrés son reversibles dependiendo de las condiciones de vida. Los expertos recomiendan que las víctimas de traumas informen a sus familiares sobre el trauma que han sufrido para que los síntomas puedan ser reconocidos y tratados en una fase temprana.
Pesadillas y sustos inexplicables
Anna no sabe qué hacer: su hija de 16 años lleva medio año despertándose de madrugada con un fuerte grito. La adolescente yace en la cama empapada en sudor y le habla a su madre de miedos y sueños difusos; de habitaciones oscuras y cerradas de las que no encuentra la salida. La niña reacciona desde hace tiempo a los ruidos fuertes y muestra dificultades en el contacto con extraños. En circunstancias normales, uno sospecharía que hay dificultades en la familia o en la escuela. El médico consultado diagnostica síntomas que apuntan a un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Las personas con TEPT experimentan sensaciones, también conocidas como “flashbacks”, a menudo durante años, incluso durante toda la vida después del suceso traumático. Estos trastornos se observan tras accidentes, experiencias bélicas u otros acontecimientos dramáticos. Se describen síntomas de ansiedad, depresión, nerviosismo y pesadillas como la hija de Anna. Sin embargo, la adolescente no había experimentado ningún acontecimiento traumático. Nacida el 13 de diciembre de 2001 en un hospital de Nueva York, la niña vivía en circunstancias familiares intactas con sus padres y dos hermanos sanos. ¿Cómo es posible que la hija de Anna siga desarrollando síntomas de TEPT?
Puede que haya tenido una vida normal, pero su madre vivió -y sobrevivió- cosas terribles: los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Embarazada de seis meses, Anna estaba preparando una conferencia para su jefe en la oficina del World Trade Center a primera hora de la mañana cuando el primer avión secuestrado se estrelló contra la Torre Norte, 50 pisos por encima de ella, a las 8.46 h. Ella y sus compañeros de oficina consiguieron escapar antes de que la torre se derrumbara. Cerca de 3000 no lo consiguieron, murieron en las llamas o en los edificios que se derrumbaron. “Los sonidos de los cuerpos golpeando el suelo me persiguen hasta el día de hoy”, le dice Anna al médico que atiende a su hija; se refería a las personas que, desesperadas, saltaron por las ventanas y se golpearon contra el asfalto. Nunca hablaba del drama con su hija, no quería agobiarla con ello. ¿Cómo puede sufrir un trastorno de estrés postraumático si aún no había nacido?
Esta historia ficticia se ha mostrado de tal forma o de forma similar tras los dramáticos acontecimientos del 11-S en numerosos casos descritos tanto científica como periodísticamente [1–3].
¿Los traumas se transmiten genéticamente a la descendencia?
Rachel Yehuda, profesora de psiquiatría de la Universidad Mount Sinai de Nueva York, lleva años investigando el TEPT. Demostró que las víctimas de traumatismos mostraban disminuciones típicas de una hormona endógena, el cortisol [4]. La disminución de los niveles de cortisol se describe en las secuelas de los traumatismos crónicos y se controla de forma compleja a través de los genes; los mecanismos exactos son objeto de numerosos estudios (Fig. 1). Estos cambios se han observado en otros muchos grupos, como los supervivientes de los atentados del World Trade Center y los supervivientes del Holocausto [5]. Ambos grupos mostraron síntomas similares de TEPT y niveles reducidos de cortisol [1].
Lo emocionante e impactante de los estudios es que no sólo las víctimas mostraron estos cambios, sino también su descendencia. Yehuda pudo demostrar que los padres traumatizados con síntomas de TEPT daban a luz a niños con síntomas similares; eran portadores de síntomas clínicos y psicológicos de traumas que ellos mismos no habían experimentado (Fig. 2, Fig. 3) [2].
Hasta cuatro generaciones en nuestra psique
Los estudios en animales parecen confirmar esta teoría. Los investigadores estresaron repetidamente a los ratones macho separándolos de sus madres. Estos ratones reaccionaron con signos de depresión. Los científicos dejaron que estos animales se reprodujeran y sus crías mostraron síntomas similares a los de sus padres. Estos cambios pudieron seguirse hasta la cuarta generación, aunque ya no tuvieron que experimentar traumas. Se ha demostrado en varias ocasiones que los animales de laboratorio traumatizados mostraban cambios en su composición genética que se transmitían a lo largo de varias generaciones [6].
Pero hay esperanza: los mismos equipos de investigación pudieron demostrar, al menos en experimentos con animales, que los cambios inducidos por el estrés son reversibles en mejores condiciones de vida, tanto en los animales afectados como en sus crías [7].
Preguntas abiertas
¿Qué se puede aprender de estos estudios? ¿De la evidencia de que las experiencias traumáticas pueden transmitirse a los descendientes? Los investigadores denominan a este proceso “herencia epigenética transgeneracional”. Aún no se ha aclarado de forma concluyente cómo y dónde se producen los cambios genéticos. Hasta que se disponga de pruebas sólidas, los psiquiatras recomiendan que las personas con experiencias traumáticas informen a sus hijos sobre la naturaleza y el alcance del trauma. Esto permite examinar los problemas de la descendencia en un nuevo contexto, reconocerlos antes y tratarlos.
Curiosamente, la Biblia ya parece describir los conocimientos científicos modernos. ¿No nos dice ya el Libro de Moisés que la culpa de los padres puede perseguirse hasta la cuarta generación? Esto no tiene nada que ver con la ciencia, es probablemente la experiencia personal de los autores de la Biblia. Hasta que sepamos más sobre las transmisiones transgeneracionales del trauma, las víctimas deben recibir ayuda rápida y profesional. Lo más importante es que sus hijos y nietos son nuestras generaciones futuras y no deben ser olvidados.
Literatura:
- Brand SR, et al: El efecto del TEPT materno tras la exposición traumática in utero sobre el comportamiento y el temperamento del lactante de 9 meses. Ann N Y Acad Sci 2006; 1071: 454-458.
- Yehuda R, Bierer LM: Transmisión transgeneracional del cortisol y riesgo de TEPT. Prog Brain Res 2008; 167: 121-135.
- Uchida M, et al: Estrés postraumático parental y problemas de conducta infantil en los intervinientes del World Trade Center. Am J Ind Med 2018; 61(6): 504-514.
- Yehuda R, et al.: Efectos transgeneracionales del trastorno de estrés postraumático en bebés de madres expuestas a los atentados del World Trade Center durante el embarazo. J Clin Endocrinol Metab 2005; 90(7): 4115-4118.
- Rakoff V: Un efecto a largo plazo de la experiencia en los campos de concentración. Puntos de vista 1966; 1: 17-22.
- van Steenwyk G, et al.: Herencia transgeneracional de los efectos conductuales y metabólicos de la exposición paterna al estrés traumático en la vida postnatal temprana: pruebas en la4ª generación. Environ Epigenet 2018 Oct 16; 4(2). https://doi.org/10.1093/eep/dvy023
- Gapp K, et al.: Potencial del enriquecimiento ambiental para prevenir los efectos transgeneracionales del trauma paterno. Neuropsicofarmacología 2016; 41(11): 2749-2758.
- Yehuda R: Trastorno de estrés postraumático. N Engl J Med 2002; 346(2): 108-114.
- Anisman H, et al: Síntomas de estrés postraumático y niveles de cortisol salival. Am J Psychiatry 2001; 158: 1509-1511.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2019; 17(1): 32-35.