Un estudio reciente [1] está atrayendo mucha atención, especialmente entre los expertos, porque pocas semanas después de la introducción de las primeras vacunas Corona basadas en ARNm, se informa de una vacunación con ARNm contra la esclerosis múltiple (EM). El estudio en animales es considerado interesante por los expertos y aumenta las esperanzas de un gran avance en el tratamiento de la enfermedad autoinmune. Sin embargo, no es una opción terapéutica tangible que pueda aplicarse rápidamente. El desarrollo con el objetivo de hacer que el sistema inmunitario sea más “tolerante” es más complejo que el planteamiento de recortar el sistema inmunitario para que ataque a un patógeno, como en la vacunación convencional.
Un principio que se está investigando para la terapia de la EM y otras enfermedades autoinmunes se basa en conseguir que el propio sistema inmunitario del organismo se acostumbre de nuevo a la proteína desencadenante (autoantígeno) (desarrollo de tolerancia). El principio es comparable a la desensibilización contra las alergias (coloquialmente también “vacunación antialérgica”, por ejemplo para los alérgicos al polen). En este proceso, la hipersensibilidad inmunológica se reduce mediante un suministro selectivo de la sustancia desencadenante (el antígeno alergénico = alérgeno), el sistema inmunológico aprende a tolerar de nuevo el alérgeno. El alérgeno/antígeno puede administrarse en su totalidad o sólo como una pequeña molécula (normalmente una proteína o parte de ella), como en la vacunación con ARNm contra el SRAS-CoV-2.
Los investigadores han conseguido ahora [1] prevenir o incluso revertir la inflamación autoinmune del cerebro y la médula espinal (encefalomielitis) en un modelo de ratón con EM mediante la administración controlada del autoantígeno desencadenante (una proteína de la mielina). Sin embargo, en lugar del antígeno terminado, sólo se administró su cianotipo genético mediante ARN mensajero modificado con nucleósidos (“ARNm1Ψ”). A continuación, en el organismo se forma el antígeno/proteína al que el sistema inmunitario debe (re)acostumbrarse. Como resultado, se consiguió suprimir la enfermedad y prevenir la desmielinización en varios modelos de ratón con EM; los animales enfermos se recuperaron.
“Llegados a este punto, ya hay que señalar que el estudio es muy interesante desde el punto de vista científico, pero no se trata de que ahora vayamos a disponer también de una vacuna contra la EM en un futuro próximo”, comenta la Dra. Frauke Zipp, de Maguncia. “Los datos no deben dar lugar a falsas esperanzas de que una vacuna contra la EM esté próxima a su aprobación o pueda desarrollarse en pocos meses”. El mecanismo de acción de la vacuna m1Ψ-ARNm contra la esclerosis múltiple no puede compararse con una vacuna corona: “En el tratamiento de las enfermedades autoinmunes, el objetivo es la inducción de tolerancia contra el antígeno”, subraya el Prof. Dr. med. Ralf Gold, de Bochum, “en cambio, en una vacunación contra los virus o contra el cáncer se desea exactamente lo contrario: el sistema inmunitario debe aprender a reconocer, atacar y destruir al enemigo en el futuro”. El punto en común de los dos principios de vacunación es simplemente la introducción de los antígenos en el organismo y darlos a conocer al sistema inmunitario. El curso posterior del sistema inmunitario es entonces completamente diferente o en direcciones opuestas (“ataque” o “tolerancia”). “En la esclerosis múltiple también hay muchos antígenos contra los que se dirige el sistema inmunitario, que ni siquiera conocemos todos y que muy probablemente cambian en el curso de la enfermedad”, afirma el Prof. Zipp. Además, la diversidad de moléculas inmunitarias humanas (HLA) también dificulta el reconocimiento correcto de estos antígenos.
Por ello, los científicos del estudio actual desarrollaron específicamente técnicas especiales para que la vía de la tolerancia inmunitaria se tomara en los ratones con EM: En primer lugar, se modificó el ARNm de la mielina con pseudouridina (“m1Ψ-ARNm”) y después se inyectó en los animales embebido en nanopartículas liposomales. Así, el ARNm1Ψ entró específicamente en las llamadas células presentadoras de antígenos (CPA) del bazo; las CPA presentaron entonces el antígeno terminado al sistema inmunitario, sin mediar al mismo tiempo señales inflamatorias coestimuladoras (amplificadoras). Precisamente estas APC también proporcionan fisiológicamente tolerancia inmunológica a los antígenos ambientales y a los autoantígenos. Se produjo una disminución de las células inmunitarias desencadenantes de la inflamación, las llamadas células T efectoras (Teff) y un aumento de la formación de células T reguladoras (Treg). Las células Treg desencadenaron una fuerte “reacción espectadora”, lo que significa que suprimen las reacciones autoinmunes también contra los autoantígenos relacionados. Según los autores del estudio, la reacción del transeúnte es de especial importancia porque, a diferencia del modelo de ratón, en la EM humana existen diferentes autoantígenos que dan lugar a un perfil inmunológico autoantigénico individual en prácticamente cada paciente.
“Ya se están realizando ensayos clínicos con nanopartículas liposomales de ARNm modificadas con nucleósidos en diversas enfermedades”, comenta el profesor Peter Berlit, secretario general del DGN. “Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer antes de que tengamos en nuestras manos una vacuna contra la EM. Pero el desarrollo de este principio básico demuestra el alto potencial de innovación de la investigación neurológica y puede ser un primer paso importante para el desarrollo de una terapia dirigida.”
Literatura
[1] Krienke C, Kolb L, Diken E et al. Una vacuna no inflamatoria de ARNm para el tratamiento de la encefa-lomielitis autoinmune experimental. Ciencia 2021; 371: 145-153
Publicación original:
DOI: 10.1126/science.aay3638