En todo el mundo, aproximadamente la mitad de la población adulta padece deficiencia de vitamina D (<50 nmol/l). Esto aumenta el riesgo de fracturas óseas y caídas. En el Congreso EULAR de este año en Madrid, se presentaron varios estudios que apuntan a un posible papel de la vitamina D en la reducción del riesgo de artritis reumatoide y osteoartritis.
Al comienzo de su presentación en el Congreso EULAR de este año en Madrid, la Prof. Dra. med. Heike Bischoff-Ferrari, Catedrática de Geriatría e Investigación sobre el Envejecimiento de la Universidad de Zúrich, ofreció una visión general de la epidemiología de la carencia de vitamina D. Los estudios demuestran que, en todo el mundo, aproximadamente la mitad de la población adulta tiene un nivel de 25-hidroxivitamina D en sangre de <50 nmol/l [1]. Esa falta de cuidado conlleva riesgos. Para las personas mayores de 60 años, quedar por debajo de la ingesta diaria de 800 UI supone un mayor riesgo de fractura de cadera y otras fracturas no vertebrales. “Concretamente, se ha demostrado que una ingesta diaria de 800 UI reduce el riesgo de fractura de cadera en un 30% y el de fractura no vertebral en un 14% en las personas mayores [2]”, afirma la profesora Bischoff-Ferrari. “Lo mismo ocurre con las caídas. Con 800 UI de vitamina D al día, se pueden evitar una de cada tres caídas [3]”.
Vitamina con carácter hormonal
La vitamina D desempeña funciones endocrinas y paracrinas. Actúa a través de un receptor intracelular muy específico (VDR) que está presente, por ejemplo, en los linfocitos T y B, los macrófagos, pero también en las células musculares, cardiovasculares, cerebrales y cartilaginosas. Así pues, la vitamina D tiene carácter hormonal y sus funciones van mucho más allá de la regulación del metabolismo del calcio. La piel es la principal fuente de absorción: El cuerpo humano produce vitamina D a través de la radiación UVB. La alimentación sólo contribuye en una pequeña parte a la ingesta, ya que las cantidades considerables se limitan esencialmente a los pescados grasos.
Vitamina D y artritis reumatoide
“En el caso de la artritis reumatoide (AR), la vitamina D tiene un potencial interesante sobre todo por sus efectos antiinflamatorios y de fortalecimiento muscular, así como por su papel mediado por el VDR en la maduración del cartílago”, explicó el profesor Bischoff-Ferrari. “La deficiencia de vitamina D es muy común en los pacientes con AR”. La AR duplica el riesgo de fracturas de cadera y vertebrales [4], así como de caídas, ya que la AR se asocia a dolor articular y pérdida de fuerza. Además, la actividad inflamatoria provoca una pérdida ósea local pero también general.
La relación entre la AR y la vitamina D se ha investigado en varios estudios. El Iowa Women’s Health Study demostró que una ingesta suplementaria de vitamina D de 400 UI/día se asociaba a una reducción del 34% del riesgo de padecer AR [5]. En el Registro de Artritis de Norfolk, se encontró una relación inversa entre el nivel de 25(OH)D y el recuento de articulaciones sensibles [6]. Ya en 1998, Larsson et al. en ratones con AR inducida por colágeno muestran que el tratamiento previo con un análogo de la vitamina D previno la AR en el 50% de los casos, y en aquellos animales que sí desarrollaron la enfermedad, los síntomas fueron más leves [7]. En contraste con los resultados del “Iowa Women’s Health Study”, el estudio “Women’s Health Initiative”, como único estudio de intervención, no pudo demostrar ningún efecto significativo de la administración de vitamina D (400 UI/día) sobre la incidencia de la AR en 36.282 mujeres posmenopáusicas [8]. Sin embargo, se discutió que la dosis de 400 UI de vitamina D al día era demasiado pequeña en este estudio.
Vitamina D y osteoartritis
“La carencia de vitamina D también es frecuente en los pacientes con osteoartritis. En 2005, también pudimos demostrar en el estudio Framingham que unos niveles más altos de 25(OH)D se correlacionan con una mayor densidad mineral ósea (DMO) en pacientes con osteoartritis de rodilla [9]”, afirma la Prof. Bischoff-Ferrari. “La artrosis provoca debilidad muscular, un aumento de las caídas y multiplica por dos el riesgo de fractura de cadera en comparación con la población normal. Esto hace que sea útil para tratar la deficiencia de vitamina D en pacientes con osteoartritis. Con este fin, grandes estudios observacionales muestran que los individuos con niveles más altos de 25(OH)D o de ingesta de vitamina D tienen un menor riesgo de progresión a osteoartritis de cadera y rodilla existente [10, 11], aunque también existen estudios que postulan que no hay asociación [12].”
En resumen, la Prof. Bischoff-Ferrari señala el mayor riesgo de caídas y fracturas en pacientes con AR y osteoartritis, lo que debería considerarse un argumento básico importante de la suplementación general con vitamina D en la práctica. Aún no se ha demostrado si la vitamina D también tiene un efecto modulador de la enfermedad en estos pacientes. Sin embargo, existen pruebas mecanísticas procedentes de trabajos de ciencia básica que pueden explicar un efecto protector de la vitamina D sobre la progresión de la enfermedad en la AR y la osteoartritis observado en grandes estudios de cohortes a través de un efecto directo de la vitamina D sobre el cartílago y las células inmunitarias. Están pendientes las pruebas de grandes ensayos clínicos de intervención con una dosis suficientemente alta de vitamina D. El estudio de la UE “Intervention Study DO-HEALTH” lleva en marcha desde 2012 y se evaluará en 2017 (http://do-health.eu/wordpress/).
Fuente: “D-hormone and inflammation – clinical aspects”, EULAR, 12-15 de junio de 2013, Madrid
Literatura:
- Van Schoor NM, Lips P: Best Pract Res Clin Endocrinol Metab 2011 ago; 25(4): 671-680. doi: 10.1016/j.beem. 2011.06.007.
- Bischoff-Ferrari HA, et al: N Engl J Med 2012; 367: 40-49. doi: 10.1056/NEJMoa1109617.
- Bischoff-Ferrari HA, et al: BMJ 2009; 339. doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.b3692.
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- Merlino LA, et al. (Estudio sobre la salud de las mujeres de Iowa): Arthritis Rheum 2004 Ene; 50(1): 72-77.
- Patel S, et al: Arthritis Rheum 2007 Jul; 56(7): 2143-2149.
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- Racovan M, et al: Rheumatol Int 2012 dic; 32(12): 3823-3830. doi: 10.1007/s00296-011-2268-1. Epub 2011 dic 22.
- Bischoff-Ferrari HA, et al: Arthritis Rheum 2005 Dic 15; 53(6): 821-826.
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