La incontinencia urinaria puede manifestarse con diferentes síntomas. Una vez que se ha diagnosticado con precisión la incontinencia de urgencia, puede tratarse con la ayuda de un diario miccional, el entrenamiento del suelo pélvico y del retrete o con electroestimulación (paso 1) o mediante terapias farmacológicas (estadio 2) ser abordados. La cuestión de hasta qué punto son eficaces y seguros estos enfoques farmacológicos está siendo investigada por diversos estudios. También se está debatiendo la eficacia de nuevos enfoques como las inyecciones de toxina botulínica A.
(ag) El diagnóstico exacto de la incontinencia urinaria es crucial: las formas más comunes son la incontinencia de esfuerzo y de urgencia, pero también las formas mixtas. Mientras que el primero de los tipos mencionados es una pérdida involuntaria de orina durante el esfuerzo físico, que se produce sin necesidad de orinar, la segunda forma se asocia a una fuerte necesidad de orinar incluso cuando la vejiga está sólo ligeramente llena (a veces con inestabilidad del detrusor). Por lo tanto, puede producirse como parte de una afección llamada vejiga hiperactiva (VH) y es el tipo más común de incontinencia en hombres de todas las edades.
Para la terapia farmacológica sintomática, los anticolinérgicos, es decir, los agentes antimuscarínicos, se utilizan como primera elección. Son eficaces porque en la incontinencia de urgencia aumenta la sensibilidad de los receptores muscarínicos, lo que junto con otros factores puede desencadenar un aumento de las contracciones del detrusor. Existen grandes metaanálisis que investigan el uso de esta clase de sustancias en la OAB. Los efectos secundarios típicos de los anticolinérgicos son taquicardia, náuseas y trastornos de la acomodación, aunque también es posible cambiar dentro del grupo de anticolinérgicos en caso de efectos secundarios no tolerables (tab. 1).
¿Qué dicen los metaanálisis?
Una revisión sistemática que examinó exhaustivamente tanto los beneficios como los riesgos de los anticolinérgicos en esta indicación (en la OAB) fue la de Chapple et al. [1]. Las pruebas sobre la eficacia del tratamiento antimuscarínico se han recogido en numerosos ensayos controlados aleatorios. Además, la atención se centró en la tolerabilidad y la seguridad, así como en la calidad de vida relacionada con la salud.
La eficacia se midió mediante los siguientes factores: días de continencia, volumen miccional medio, frecuencia miccional y episodios de urgencia.
La tolerabilidad y la seguridad se evaluaron en función de los efectos secundarios y las tasas de interrupción.
Resultados: Se incluyeron en el análisis un total de 83 ensayos prospectivos aleatorizados. Se encontraron los siguientes resultados generales:
- Los antimuscarínicos (o anticolinérgicos) son más eficaces que el placebo.
- La tolerabilidad fue buena: sólo algunos de los principios activos provocaron un número significativamente mayor de interrupciones del tratamiento que con placebo.
- También podría confirmarse la seguridad: Los efectos secundarios graves no fueron significativamente más frecuentes con verum que con placebo. Los síntomas comunicados con más frecuencia fueron: sequedad de boca y prurito. Se produjo sequedad de boca (leve, moderada, grave) en el 29,6% de los pacientes tratados con anticolinérgicos frente al 7,9% con placebo. El segundo efecto secundario más frecuente fue el prurito en el 15,4 y el 5,2% de los sujetos, respectivamente.
- Se observó una mejora de la calidad de vida relacionada con la salud con las sustancias activas darifenacina, fesoterodina, oxibutinina (sistema transdérmico), propiverina de liberación prolongada (RE), solifenacina, tolterodina RE y de liberación inmediata, y trospio.
Conclusión: Los autores concluyen que los antimuscarínicos son seguros, eficaces y bien tolerados en el tratamiento de la vejiga hiperactiva. También mejoran la calidad de vida. Sin embargo, según los autores, la decisión sobre el tratamiento debe tener en cuenta el perfil y la dosificación de los agentes individuales. Las sustancias más nuevas parecen ser algo mejor toleradas y más eficaces. Es preferible la administración una vez al día.
Toxina botulínica A
En la actualidad, la inyección mínimamente invasiva de toxina botulínica A en la pared de la vejiga en personas que no responden a las medidas terapéuticas conservadoras también es objeto de debate para el tratamiento de la vejiga hiperactiva [2]. Sin embargo, hay que señalar aquí el riesgo de un autocateterismo (posiblemente necesario) o de una infección urinaria resultante. Un reciente ensayo aleatorio controlado a doble ciego demostró que la onabotulinumtoxina A (inyectada en el músculo detrusor) producía una reducción de los síntomas similar a la de los anticolinérgicos perorales (solifenacina o trospio) en mujeres con incontinencia de urgencia grave. Sin embargo, también se asoció a una mayor probabilidad de infecciones del tracto urinario [3].
Literatura:
- Chapple CR, et al: Los efectos de los tratamientos antimuscarínicos en la vejiga hiperactiva: actualización de una revisión sistemática y un metaanálisis. Eur Urol 2008 Sep; 54(3): 543-562.
- Murphy AM, Krlin RM, Goldman HB: Tratamiento de la vejiga hiperactiva: ¿qué hay en el horizonte? Int Urogynecol J 2013 Ene; 24(1): 5-13.
- Visco AG, et al: Terapia anticolinérgica frente a onabotulinumtoxina para la incontinencia urinaria de urgencia. N Engl J Med 2012 Nov 8; 367(19): 1803-1813.
PRÁCTICA GP 2014; 9(7): 31-32