La neurología es una de las materias más progresistas de la medicina, y su desarrollo ha sido rápido. Los hitos incluyen, por ejemplo, la primera terapia génica aprobada para la atrofia muscular espinal, la estimulación cerebral profunda para aliviar los síntomas de la enfermedad de Parkinson o las opciones terapéuticas para el ictus (trombólisis y trombectomía).
El cerebro es lo que nos hace humanos. Con 1.300 gramos, no parece un peso impresionante, pero sólo en el cerebro encontramos más de treinta mil millones de células nerviosas, las llamadas “neuronas”. Y en todos y cada uno de nosotros, éstas a su vez están conectadas entre sí con un total de más de 500.000 kilómetros de vías nerviosas. Cuando el equilibrio entre la estabilidad y la flexibilidad de la actividad neuronal se desajusta, aparecen síntomas neurológicos como parálisis, alteraciones sensoriales, alteraciones visuales, alteraciones de la orientación espacial o de otras funciones cerebrales como el lenguaje, la aritmética, el pensamiento abstracto y mucho más. Estos síntomas son consecuencia de un funcionamiento perturbado de la red del cerebro.
La neurología se ocupa de estos trastornos de la red, y cada vez comprendemos mejor cómo funcionan. No en vano es el resultado de la continua y estrecha conexión entre la neurología clínica y la investigación neurocientífica, que ha hecho que la neurología cambie y se desarrolle dinámicamente como casi ninguna otra materia de la medicina: De una disciplina descriptiva y analítica a una muy especializada y de orientación terapéutica.
En los últimos años se han logrado numerosos hitos que han mejorado significativamente la calidad de vida y, en algunos casos, el pronóstico de los pacientes con enfermedades neurológicas; he aquí algunos ejemplos:
– Ya se dispone de opciones de tratamiento para los niños y adultos jóvenes con atrofia muscular espinal (AME) asociada a 5q, una enfermedad neurológica con debilidad muscular grave y desgaste (atrofia muscular). Ha sido posible comprender las causas genéticas moleculares y tratar el defecto hereditario con terapia génica. Los avances en la investigación molecular que en última instancia allanaron el camino hacia estas primeras terapias génicas aprobadas permiten albergar la legítima esperanza de que también puedan desarrollarse terapias génicas para otras enfermedades derivadas de alteraciones genéticas moleculares patológicas.
– Durante mucho tiempo, la esclerosis múltiple sólo podía tratarse con infusiones de cortisona. Hoy podemos “modular” el sistema inmunitario de forma selectiva en varias dianas moleculares, y así inhibir la progresión de la enfermedad durante años. Numerosas terapias modificadoras de la enfermedad (TME) se dirigen a los mecanismos que causan la EM. En casos concretos, el trasplante de células madre se utiliza incluso para reconfigurar el sistema inmunitario por completo, por así decirlo.
– En la enfermedad de Parkinson, se ha pasado del tratamiento farmacológico puro con una, o a lo sumo dos, sustancias activas (levodopa y amantadina) a la implantación de estimuladores cerebrales combinados con una farmacoterapia individualizada. Hoy en día, la estimulación cerebral profunda se utiliza para devolver las redes neuronales alteradas a un “ritmo” mejor, lo que significa que los síntomas pueden retrasarse durante años. Actualmente se está trabajando en las posibilidades de la estimulación no invasiva (por ejemplo, mediante ultrasonidos).
– En los casos difíciles, la migraña puede tratarse ahora con anticuerpos que bloquean específicamente la transmisión de señales en el sistema del dolor.
– En el caso de los derrames cerebrales, a principios de los noventa todavía había “sangría”. Después de un derrame cerebral, se drena algo de sangre para que se produzca un cierto “efecto de dilución”. Desde la perspectiva actual, esto ya no es concebible. La terapia moderna del ictus se lleva a cabo en “unidades de ictus” especializadas, se introducen microcatéteres en el cerebro para reabrir los vasos bloqueados y se administran fármacos para disolver los coágulos y restablecer así el flujo sanguíneo. De lo que a menudo ya no nos damos cuenta hoy en día: Hace exactamente 50 años se realizó la primera tomografía por ordenador a un ser humano. Antes, el tejido cerebral sólo podía hacerse visible abriendo el cráneo. La primera resonancia magnética, IRM, le siguió unos años más tarde. La imagen moderna ha contribuido enormemente al avance de la neurología clínica.
“La neurología es una de las materias más progresistas de la medicina, y su desarrollo ha sido rápido. Nuestro tema seguirá desarrollándose en la dirección de la terapia personalizada y la medicina de precisión, y la base para ello es la rápida traslación de los resultados básicos a la práctica clínica”, explicó el presidente de la DGN, el Prof. Dr. Christian Gerloff, de Hamburgo, en la rueda de prensa del 94º Congreso de Neurología.
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