Las heridas crónicas afectan hasta al 3% de los pacientes mayores de 80 años. Además de la gran restricción de la calidad de vida, el tratamiento óptimo de estos pacientes también es importante desde el punto de vista económico, ya que el largo periodo de curación supone un coste elevado.
El éxito del tratamiento viene determinado por el conocimiento exacto del diagnóstico diferencial de las úlceras crónicas y el diagnóstico preciso antes del tratamiento. Especialmente para los diabéticos y los pacientes con compresión vascular grave, también es importante reconocer a tiempo las situaciones peligrosas. El diagnóstico y la terapia de estos pacientes requiere a menudo la cooperación de angiólogos, dermatólogos, cirujanos vasculares, cirujanos ortopédicos y/o endocrinólogos. Algunos centros de tratamiento de heridas ofrecen consultas interdisciplinarias sobre heridas en las que estos pacientes son atendidos conjuntamente por especialistas de distintas disciplinas. Especialmente en el caso de heridas difíciles de curar, la cicatrización puede acortarse a menudo de forma significativa gracias a esta cooperación interdisciplinar.
Sin embargo, una buena terapia local también contribuye a ello, y los expertos en heridas especialmente formados asumen un papel cada vez más importante. Apoyan al proveedor de atención primaria con la casi inabarcable variedad de tratamientos de heridas que se ofrecen. Sin embargo, para poder garantizar un buen tratamiento de estos pacientes, es importante que los médicos implicados también estén familiarizados con los procedimientos modernos de tratamiento de heridas. La mayoría de las heridas crónicas pueden curarse con un tratamiento estándar consistente en el desbridamiento de los tejidos, el control de las infecciones y el mantenimiento del equilibrio de la humedad. Sin embargo, los facultativos deben reconocer desde el principio para qué heridas debe utilizarse uno de los procedimientos de tratamiento más complejos y costosos, con el fin de ahorrar costes en última instancia. Lo más probable es que una úlcera venosa cuya superficie no se haya reducido al menos un 40% tras cuatro semanas de tratamiento no se haya curado al cabo de seis meses. En estos casos, puede recurrirse a un tratamiento quirúrgico de la herida o a un procedimiento de tratamiento más complejo en una fase temprana. Para los procedimientos de sustitución de la piel, por ejemplo, la Sociedad Suiza para el Tratamiento de Heridas (SAfW), junto con la Sociedad Suiza de Dermatología y Venereología (SGDV), ha elaborado unas directrices sobre las situaciones en las que estos costosos procedimientos se utilizan de forma rentable (www.safw.ch).
En este sentido, el tratamiento de heridas no sólo es un campo interdisciplinar clásico de la medicina, sino que también puede mantenerse como un campo interprofesional según la concepción actual.