El dolor irruptivo tumoral es muy frecuente en pacientes con enfermedades malignas. Sin embargo, a menudo se pasan por alto o se juzgan mal. Pero los repentinos y graves ataques de dolor suponen una carga tanto física como psicológica para los afectados. El alivio rápido y eficaz del dolor con, por ejemplo, fentanilo de acción rápida es, por tanto, una prioridad absoluta.
Dependiendo del estadio de la enfermedad, hasta el 95% de todos los pacientes con enfermedades malignas sufren dolor irruptivo por cáncer (DIC) [1]. Uno de cada dos pacientes hospitalizados por cáncer y 9 de cada 10 enfermos terminales ya sufren este dolor [2–5]. Se definen como “brotes de exacerbaciones de dolor extremadamente intenso y severo, no pocas veces intolerable, que se producen en pacientes con tumores de forma espontánea o en asociación con un desencadenante específico predecible o impredecible, a pesar de un dolor continuo relativamente constante y adecuadamente controlado” [1]. Son típicos sobre todo la elevada intensidad del dolor, descrito como insoportable, el inicio repentino y el pico de dolor alcanzado en cuestión de minutos. La duración del dolor suele ser de 20-30 minutos. La frecuencia de aparición varía mucho de un paciente a otro, pero por término medio oscila entre dos y seis veces al día (resumen 1) [1].
BTcP pueden diferenciarse en cuanto a su génesis en
- Nociceptivo somático (por ejemplo, debido a metástasis óseas o al contacto con mucosas inflamadas o infectadas).
- Nociceptivo visceral (por ejemplo, debido al estiramiento o suboclusión del intestino o episodios agudos de tenesmo).
- Neuropático (debido a la compresión/distorsión de un nervio o raíz nerviosa o a la estimulación de una zona hiperestésica).
- dolor mixto [6].
Dependiendo de si el dolor está causado por una acción o acontecimiento concreto o se produce sin motivo aparente, la medicación debe ajustarse en consecuencia. En el caso de un dolor previsible, por ejemplo, se puede administrar un medicamento cuyo efecto máximo se produzca durante la acción correspondiente, respetando la ventana temporal. En caso de dolor espontáneo, debe recurrirse a preparados de acción rápida.
Un tratamiento optimizado aumenta la calidad de vida
La terapia ideal para un ataque de dolor repentino e intenso implica un inicio de acción rápido, una gran potencia analgésica, una duración de acción corta que no se prolongue más que el episodio de dolor y facilidad de uso. En principio, pueden utilizarse opiáceos, no opiáceos y coanalgésicos. Los opiáceos de acción prolongada son más adecuados como medicación básica, ya que tienen una duración de acción de 8-12 horas. Los opiáceos de acción corta desarrollan su efecto al cabo de unos 20 minutos. Sin embargo, esto dura hasta cuatro horas y, por tanto, bastante más de lo que dura el ataque de dolor. Por lo tanto, los fármacos de elección son los opiáceos de acción rápida que desarrollan su efecto analgésico tras sólo 5-10 minutos durante un máximo de dos horas.
Tal y como recomiendan las directrices actuales, los preparados de fentanilo se utilizan principalmente [7–9]. Debido a su lipofilia, se absorben rápidamente por vía transmucosa o intranasal y atraviesan rápidamente la barrera hematoencefálica. Como resultado, inundan rápidamente la sangre, alcanzan altos niveles plasmáticos y tienen una potente potencia analgésica unas 100 veces superior a la de la morfina [10,11]. El fentanilo de acción rápida puede aplicarse de diferentes maneras. El inicio de acción más rápido, de sólo 5 a 10 minutos, lo muestran los aerosoles nasales. En el caso de los comprimidos sublinguales y bucales (película), el inicio de la acción se sitúa entre 10 y 15 minutos. El citrato de fentanilo transmucoso oral es la forma de administración que requiere más tiempo, de 15 a 30 minutos [6–8].
Literatura:
- Überall MA: DGS practice guideline tumour-related breakthrough pain version 2.0; 2013; www.DGS-PraxisLeitlinien.de (última consulta: 10.05.2020).
- Fortner BV, et al: Descripción y predictores de los costes directos e indirectos del dolor declarados por pacientes con cáncer. J Pain Symptom Manage. 2003; 25(1): 9-18.5.
- Portenoy RK, et al: Dolor irruptivo en pacientes que viven en la comunidad con dolor oncológico y dolor no oncológico, parte 2: impacto en la función, el estado de ánimo y la calidad de vida. J Opioid Manag. 2010; 6(2): 109-116.
- Portenoy RK, et al: Dolor irruptivo: características e impacto en pacientes con dolor oncológico. Dolor. 1999; 81(1-2): 129-134.
- Greco MT, et al: Epidemiología y patrón de atención del dolor irruptivo por cáncer en una muestra longitudinal de pacientes con cáncer: resultados del Cancer Pain Out-come Research Group. Clin J Pain. 2011; 27(1): 9-18.
- Vellucci R, et al: Qué hacer, y qué no hacer, al diagnosticar y tratar el dolor irruptivo por cáncer (DICC): opinión de expertos. Drogas. 2016; 76: 315-330.
- Bornemann-Cimenti H, et al.: Fentanilo para el tratamiento del dolor irruptivo relacionado con tumores. Dtsch Arztebl Int. 2013; 110(16): 271-277.
- Mercadante S, et al: Dolor irruptivo y su tratamiento: revisión crítica y recomendaciones del grupo de expertos de la IOPS (Encuesta Italiana sobre Dolor Oncológico). Cáncer Sup-port Care. 2016; 24(2): 961-968.
- Davies AN, et al: Tratamiento del dolor irruptivo por cáncer (DICC): una revisión de las directrices internacionales y nacionales. BMJ Support Palliat Care. 2018; 8(3): 241-249.
- Corli O, Roberto A: Diferencias farmacológicas y clínicas entre las formulaciones transmu-cosales fentanilo para el tratamiento del dolor irruptivo por cáncer : un artículo de revisión. Minerva Anestesiol. 2014; 80(10): 1123-1134.
- Kuip EJM, et al: Una revisión de los factores que explican la variabilidad en la farmacocinética del fentanilo; centrada en las implicaciones para los pacientes con cáncer. Br J Clin Pharmacol. 2017; 83(2): 294-313.
InFo ONcOLOGíA y HEMATOLOGíA
InFo DOLOR Y GERIATRIA