Los trastornos y enfermedades mentales como la depresión, el aumento del consumo de alcohol y los trastornos alimentarios son más comunes en el deporte de competición de lo que se suele suponer. Las fases especialmente vulnerables son la transición a equipos competitivos, las lesiones o el final de una carrera. Dado que las enfermedades mentales siguen considerándose un estigma, los afectados no suelen ponerse en contacto directo con psiquiatras o psicoterapeutas. También es importante sensibilizar a los entrenadores y formadores sobre los síntomas de los trastornos mentales. La farmacoterapia con antidepresivos modernos no suele ser un problema ni siquiera en los deportes de competición.
Contrariamente a la creencia popular, que asocia el deporte de competición predominantemente con la salud física y mental, cada vez hay más pruebas de la existencia de trastornos mentales también en el sector del deporte de competición [1]. Además de los informes anecdóticos sobre depresión, adicción, trastornos alimentarios y suicidios entre los deportistas de élite, en la actualidad existen estudios transversales aislados que permiten conocer el estado de salud mental de los deportistas de competición y aproximarse a una evaluación de la prevalencia de los trastornos mentales.
Hasta una cuarta parte de todos los atletas de competición se ven afectados
Una encuesta realizada entre jugadores en activo por la asociación internacional de fútbol profesional FIFPro indica una carga de síntomas psicológicos en aproximadamente hasta una cuarta parte de los encuestados [2]. Los síntomas de ansiedad, depresividad y problemas de conducta alimentaria fueron los más frecuentes, con alrededor de un 25% cada uno. El 10% de los encuestados declararon malestar general, casi el 20% aumentó el consumo de alcohol y el 7% el de nicotina. En otra encuesta, algo menos del 10% de cada una de una cohorte de atletas alemanas se quejaba de trastornos alimentarios y depresión según la autoatribución [3]. Esta carga sintomática por sí sola no se corresponde con un diagnóstico de enfermedad mental, pero indica que también debe prestarse especial atención a los signos y primeros síntomas de los trastornos mentales en los deportistas de competición.
Un estudio transversal que utilizó criterios clínicos descubrió que alrededor del 17% de los atletas olímpicos franceses padecían una enfermedad mental manifiesta [4]. En una muestra de deportistas de élite alemanes, se encontró una tasa de depresión de alrededor del 15%; la depresión era más común en los deportes individuales [5]. Los estudios sobre la causa de muerte entre los deportistas de competición también muestran que alrededor del 11% de las muertes se deben a suicidios [6]. Los trastornos que se producen pueden tener características específicas del deporte, cuyo conocimiento permite un diagnóstico precoz y adecuado (Tab. 1) [7].
El uso de elementos de la teoría moderna del entrenamiento y del coaching mental está diseñado más para reforzar los aspectos competitivos de la personalidad y la capacidad competitiva que para mejorar los trastornos mentales. En consecuencia, no es sorprendente que en el estudio de la FIFPro sólo un 5% de los jugadores se quejaran de “agotamiento” y un 3% de disminución de la confianza en sí mismos [6]. La propia actividad física y los contactos sociales existentes a través del deporte son más bien factores de protección [8]. Aunque éstas pueden aumentar la resistencia al estrés mental, obviamente no previenen la aparición de enfermedades mentales.
Fases vulnerables
Los deportistas que se encuentran en determinadas fases de fracaso potencial, especialmente en la transición a equipos de competición, lesiones o al final de sus carreras, representan una población de riesgo especial. Dado que en muchos deportes la transición de la categoría junior y amateur a la de escuadrón y competición tiene lugar antes de los 18 años, es necesaria la cooperación con centros de psiquiatría infantil y adolescente (KJP) ambulatorios y hospitalarios con los conocimientos correspondientes, pero a menudo supone un reto organizativo especial. Las lesiones graves o prolongadas en los deportes de competición suelen ir asociadas a riesgos económicos considerables [9]. Más del 50% de los deportistas alemanes de élite declaran tener miedos existenciales [3].
De especial relevancia es el cuidado al final de la carrera y más allá. En el estudio de la FIFPro, hasta el 40% de los ex futbolistas (una media de cinco años después del final de su carrera) declararon sufrir ansiedad y depresión o un mayor consumo de alcohol. Algo menos del 20% declararon síntomas de angustia y el 15% de burnout [6]. Para cerca de la mitad de los futbolistas profesionales, las lesiones son el motivo de poner fin a su carrera, para el 20% son las lesiones agudas. Se supone que hasta un 20% de los ex deportistas de competición desarrollan trastornos psicológicos y necesitan ayuda terapéutica. Muchos deportistas pierden el apoyo intensivo, médico y socioeconómico previo, a menudo asociado también a un declive financiero y social, a menos que hayan podido preparar o construir una carrera profesional paralela.
En el curso posterior de la vida, también debe prestarse especial atención al estado de salud mental como medida preventiva, ya que existe una alta prevalencia de dolencias crónicas como degeneraciones y síndromes de dolor del sistema musculoesquelético, y es frecuente el tratamiento crónico con analgésicos. Además, cada vez hay más pruebas de que aumenta el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas y demencia, sobre todo tras lesiones cerebrales traumáticas repetidas en deportes de contacto, de carreras y ecuestres.
Características especiales del suministro
Los deportistas de competición dependen a veces de recibir atención médica fuera del horario normal de tratamiento [10]. Su actividad deportiva implica a menudo desplazamientos considerables. Los planes de formación se crean a menudo con poca antelación, por lo que es necesaria la flexibilidad horaria. Además, a veces se desea el anonimato. Los deportistas o atletas no quieren ser reconocidos en la sala de espera de una consulta psiquiátrico-psicoterapéutica; esto se aplica en gran medida a todas las figuras públicas. Esto puede significar que se ofrezcan citas fuera del horario normal de oficina o, en el caso del tratamiento hospitalario, el uso de seudónimos.
Inclusión del entorno personal y deportivo
Debido a la continua estigmatización de las enfermedades mentales, los afectados no suelen contactar directamente con psiquiatras o psicoterapeutas. Lo más frecuente es que sean los familiares, entrenadores u otras personas del entorno deportivo quienes acudan a un psiquiatra, psicoterapeuta o psicólogo. Los entrenadores y monitores deben estar sensibilizados ante los síntomas de los trastornos mentales y disponer de información sobre las personas de contacto adecuadas. Esto puede lograrse mediante medidas de cualificación adecuadas en las que participen psiquiatras y psicoterapeutas deportivos.
Los médicos somáticos, especialmente los médicos deportivos, también tienen un papel especial que desempeñar porque las enfermedades mentales en el deporte a menudo se manifiestan en forma de síntomas físicos y hay que distinguirlas de las reacciones corporales fisiológicas o patológicas, por ejemplo, el síndrome de sobreentrenamiento. El cuestionario OMS-5 sobre bienestar ha demostrado ser una herramienta útil para detectar síntomas depresivos en la práctica de la medicina deportiva [11]. Si hay indicios de un trastorno mental relevante, debe consultarse a un especialista en psiquiatría y psicoterapia para un diagnóstico más profundo.
Tratamiento medicinal y psicoterapéutico
A menudo existe incertidumbre entre los afectados y quienes les tratan sobre el uso de psicofármacos; los puntos importantes son las posibles influencias en el rendimiento deportivo, la seguridad de tomar los fármacos y la conformidad con las directrices antidopaje. En la mayoría de los casos, sin embargo, no es necesario prescindir del tratamiento con antidepresivos modernos a pesar de continuar con la actividad deportiva. La fluoxetina fue la mejor estudiada: no hubo ningún efecto positivo ni negativo sobre el rendimiento atlético. Debido a las posibles arritmias cardiacas y a los cambios de peso, los tricíclicos son sólo fármacos de reserva. El uso de bupropión es especialmente problemático, ya que puede provocar un sobrecalentamiento crítico del organismo, sobre todo a temperaturas ambiente elevadas. Se requiere una pericia especial, también en lo que respecta a la seguridad de los deportistas, si se van a utilizar productos farmacéuticos potencialmente potenciadores del rendimiento, como los derivados del metilfenidato o la anfetamina, para el tratamiento del TDAH en el marco de las exenciones.
El dopaje, el tratamiento del dolor y las enfermedades adictivas forman un conjunto de afecciones que se dan con frecuencia. La acción profiláctica y la información adecuada son la forma más eficaz y la tarea esencial en la terapia de la adicción, especialmente en el contexto psiquiátrico deportivo [12].
En las intervenciones psicoterapéuticas, deben tenerse en cuenta y explorarse específicamente los miedos relacionados con el deporte y las posibles traumatizaciones psicológicas o físicas. Un aspecto especial es el trato con el público y los medios de comunicación. Entre las adicciones comportamentales, el juego patológico, incluso en forma de apuestas deportivas, parece desempeñar un papel especial entre los deportistas. Otro ámbito de la psicoterapia deportiva es el tratamiento de los trastornos alimentarios específicos del deporte, en su mayoría atípicos.
Ejemplos para la mejora de la atención
En colaboración con la Fundación Robert Enke, el departamento germano-suizo-austriaco “Psiquiatría y psicoterapia del deporte” de la Sociedad Alemana de Psiquiatría y Psicoterapia, Psicosomática y Neurología (DGPPN) ha formado una red universitaria de consultas psiquiátricas deportivas en nueve emplazamientos actualmente, que está vinculada a una red de terapeutas ambulatorios y se extiende a Suiza y Austria además de Alemania (www.dgppn.de/sportpsychiatrie).
Conclusión para la práctica
- Los trastornos mentales en el deporte de competición no son una rareza. El conocimiento de las características específicas del deporte es útil para un diagnóstico precoz.
- El trabajo de la psiquiatría y la psicoterapia deportivas no termina con el final de la carrera de los deportistas.
- Lo que se necesita es flexibilidad en el marco del tratamiento.
- A veces también son necesarias intervenciones psiquiátricas sociales.
- La labor preventiva de la psiquiatría y la psicoterapia deportivas también incluye la información, así como la educación y la formación de entrenadores, médicos deportivos, psicólogos deportivos y entrenadores mentales.
- Bajo controles de seguridad adecuados, la farmacoterapia antidepresiva también es posible en los deportes de competición.
Literatura:
- Schneider F: Depresión en el deporte. La guía para atletas, entrenadores, técnicos y familiares. Herbig-Verlag, Múnich 2013.
- Gouttebarge V: Enfermedad mental en el fútbol profesional. www.fifpro.org/en/news/study-mental-illness-in-professional-football (acceso: 21.11.2014).
- Breuer C, Hallmann K: Disfunciones del deporte de élite: dopaje, amaño de partidos y riesgos para la salud desde la perspectiva de la población y de los deportistas. Instituto Federal de Ciencias del Deporte 2013: 1-96.
- Schaal K, et al: Equilibrio psicológico en atletas de alto nivel: diferencias basadas en el género y patrones específicos del deporte. PLoS One 2011; 6: e19007.
- Nixdorf I, et al.: Prevalencia de los síntomas depresivos y variables correlativas entre los deportistas de élite alemanes. Revista de psicología clínica del deporte 2013; 7: 313-326.
- Gouttebarge V, et al: Mortalidad en el fútbol profesional internacional: un estudio descriptivo. J Sports Med Phys Fitness 2014 7 de octubre; (en prensa).
- Henkel K, Schneider F: Trastornos psicológicos en atletas de competición. Sports Orthop Traumatol 2014; 30: 339-345.
- Henkel K, et al: Entrenamiento físico en enfermedades neurológicas y mentales. Nervenarzt 2014; 85: 1521-1528.
- Drawer S, Fuller CW: Percepciones de los futbolistas profesionales retirados sobre la prestación de servicios de apoyo antes y después de la jubilación. Br J Sports Med 2002; 36: 33-38.
- Glick ID, et al: Gestión de los problemas psiquiátricos en los deportistas de élite. J Clin Psychiatry 2012; 73: 640-644.
- Spengler A, et al.: Depresión: detección e incidencia en la práctica de la medicina deportiva. Dtsch Z Sportmed 2013; 64: 65-68.
- Reardon CL, Creado S: Consumo de drogas en deportistas. Rehabilitación del abuso de sustancias 2014; 5: 95-105.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2015; 13(3): 10-12.