Informe del caso: Los padres informan de que su hijo de 6 años lleva varios días con nódulos pruriginosos en las rodillas y los codos. Hasta ahora, nunca había tenido lesiones de este tipo. Se encontraba en el mejor estado general. Aparte de unos hoyuelos, que han sido tratados por un médico alternativo durante unos meses, no tiene otros problemas de piel.
Cuadro clínico: En la zona de las rodillas y los codos se observan múltiples pápulas y placas eritematosas confluentes, más bien gruesas, con costras dispersas (Fig. 1) . Además, en el tegumento aparecen varias pápulas pequeñas, abollonadas en el centro y del color de la piel.
Cuestionario
Basándose en esta información, ¿cuál es el diagnóstico más probable?
Un síndrome de Gianotti-Crosti
B Reacción de tipo Gianotti-Crosti
C Dermatitis papulosa juvenil (dermatitis del arenero)
D Coxsackie exantema
E Strophulus infantum
Respuesta correcta y diagnóstico: La respuesta correcta es la B. Se trata de una reacción de tipo Gianotti-Crosti.
Diagnóstico y discusión: La presentación clínica sugiere la presencia de una reacción similar a la de Gianotti-Crosti (RGC), que no es infrecuente en el contexto de las infecciones por moluscos. Aunque es bastante frecuente, este cuadro clínico sólo se encuentra ocasionalmente en la literatura y sólo recientemente se ha descrito con precisión [1]. La enfermedad se caracteriza por la aparición repentina de pápulas y papulovesículas pruriginosas, extensoras, monomorfas y edematosas. A veces también pueden verse afectados la cara, el tronco y la región glútea. En la cohorte mencionada de 696 niños con moluscos, este tipo de exantema se produjo en el 4,9% de todos los pacientes. Se trata probablemente de una forma de reacción id [2]. Curiosamente, la aparición de este exantema se asoció a la curación de los moluscos tras una media de 2 meses, por lo que puede interpretarse como un signo favorable. La duración de la GCLR suele ser de 4 a 6 semanas, y pueden utilizarse esteroides tópicos de apoyo.
En cuanto al diagnóstico diferencial, debe considerarse en particular el síndrome clásico de Gianotti-Crosti (SCG). Se trata de un exantema parainfeccioso que se observa principalmente en la edad preescolar tras diversas infecciones víricas (VEB, hepatitis B, etc.), así como vacunaciones. Se caracteriza por la aparición de pápulas monomorfas y rugosas en las mejillas, los lados extensores de las extremidades y las nalgas, que desaparecen espontáneamente al cabo de 2-3 meses. La GCLR se diferencia de la GCS clásica por un prurito más pronunciado, una distribución frecuentemente más localizada de las lesiones, la presencia concomitante de moluscos y una mejor respuesta al tratamiento con esteroides tópicos [1].
En general, los moluscos suelen provocar manifestaciones cutáneas inflamatorias secundarias. La más común es la dermatitis por molusco, que se observa sobre todo en niños con diátesis atópica. Se produce una eczematización de la zona afectada por los moluscos, lo que provoca picor, rascado y persistencia de los moluscos, a menudo durante muchos meses. En esta situación, está indicada una terapia constante del componente eczematoso con esteroides tópicos. Además, en repetidas ocasiones se produce una inflamación de los moluscos, que se manifiesta con hinchazón, enrojecimiento, dolor y, a veces, abscesos. Sin embargo, normalmente no se detecta ninguna bacteria patógena.
Las frecuentes complicaciones inflamatorias de los moluscos también le han valido a este cuadro clínico el nombre de “el bulto que erupciona” en los países anglosajones, en referencia al eccema atópico (“el picor que erupciona”).
El conocimiento del GCLR permite clasificar de forma sencilla este cuadro clínico a veces impresionante y puede entenderse por parte de los afectados como un signo esperanzador de una pronta curación de los moluscos.
Literatura:
- Berger EM, et al: Experiencia con el molusco contagioso y las reacciones inflamatorias asociadas en una consulta de dermatología pediátrica. Arch Dermatol 2012; 148(11): 1257-1264.
- Rocamora V, et al: Reacción Id al molusco contagioso. Pediatr Dermatol 1996; 13(4): 349-350.
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2016; 26(4): 31-32