El Prof. Dr. med. Stephan Lautenschlager, jefe de dermatología del Stadtspital Triemli, informa en una entrevista sobre la epidemiología, los métodos de diagnóstico y la terapia de la queratosis actínica. Además, entra en más detalles sobre lo peligrosa que es esta enfermedad y cuál es el riesgo de convertirse en un espinalioma maligno.
Prof. Lautenschlager, la queratosis actínica aún no se considera un cáncer de piel, ¿hasta qué punto es peligrosa la enfermedad?
Prof. Lautenschlager:
Hoy en día se asume que las queratosis actínicas forman parte de un continuo de enfermedades iniciadas por la exposición a los rayos UV. La causa principal es el daño inducido por la luz UV, seguido de la formación de queratosis actínicas, que a su vez pueden convertirse en carcinoma de células escamosas. Debido a los cambios citológicos que se limitan al epitelio, las queratosis actínicas se clasifican como carcinomas in situ según la doctrina actual.
¿Cuál es la prevalencia de la queratosis actínica y qué grupos de población se ven más afectados?
Es bien sabido que los individuos de tez clara tienden a desarrollar queratosis actínicas en zonas con alta exposición a los rayos UV. Por ejemplo, se encuentran en cerca del 50% de los adultos en Australia, y en cerca del 10-25% en nuestras latitudes. Parece que la prevalencia es aún mayor en las personas mayores de 70 años. En el pasado, los hombres se veían afectados con más frecuencia que las mujeres como resultado de la exposición ocupacional. Sin embargo, esta proporción se ha igualado en los últimos 10-20 años debido al aumento de la exposición recreativa a los rayos UV.
¿Cuál es el riesgo de desarrollar un carcinoma maligno (espinoma) si ya tiene queratosis actínica? Las cifras de la investigación parecen variar mucho aquí….
Las queratosis actínicas pueden permanecer estables durante años, desaparecer espontáneamente o convertirse en carcinomas espinocelulares. Por desgracia, no se puede predecir ni el momento de la transformación en carcinoma invasivo ni las formas propensas a ello. Se supone que en un plazo de diez años, entre el 15 y el 20% de las lesiones se convierten en carcinoma.
¿Qué métodos deben utilizar los médicos para diagnosticar la queratosis actínica?
Básicamente, el diagnóstico debe hacerse clínicamente, pudiendo existir distintas formas, que luego también se presentan histológicamente de distintas maneras, por ejemplo, queratosis hipertróficas liquenoides, bowenoides, pigmentadas y atróficas hasta similares al cornu cutaneum. Especialmente en el caso de queratosis engrosadas – llamadas infiltradas -, la biopsia debe excluir que se haya producido una invasión y, por tanto, un carcinoma espinocelular. En manos de expertos, puede ser útil una evaluación adicional con el microscopio de luz reflejada.
¿Es posible una distinción diagnóstica clara entre la queratosis actínica y el espinalioma?
Sólo un engrosamiento indica un posible carcinoma espinocelular.
Por ello, en caso de duda, debe realizarse siempre una evaluación histológica. Además, debe tenerse en cuenta que histológicamente en la epidermis una queratosis actínica no puede distinguirse de un carcinoma espinocelular, por lo que también debe biopsiarse a suficiente profundidad.
¿A qué otras enfermedades debe prestarse especial atención en el diagnóstico diferencial?
Si, en raras ocasiones, hay que diferenciar un solo cambio, se distinguirán las queratosis seborreicas planas ligeramente pigmentadas o, como mucho, los cambios inducidos por virus, el carcinoma basocelular superficial o la enfermedad de Bowen. Con menor frecuencia, deben diferenciarse los cambios puramente inflamatorios, como el lupus eritematoso discoide.
Existe la posibilidad de una regresión espontánea. ¿Hay que recomendar medidas terapéuticas?
Por un lado, suele haber múltiples queratosis actínicas, que indican una denominada carcinización de campo. Esto multiplica el riesgo de transformación en un carcinoma espinocelular. Por otro lado, las lesiones progresivas no pueden distinguirse de las regresivas, por lo que existe consenso entre los expertos para tratar las queratosis actínicas. Sin embargo, aún no hay consenso sobre qué medida terapéutica logrará el mejor resultado en cada situación.
¿Cuáles son las opciones de tratamiento farmacológico? ¿Cuál le parece más eficaz?
Existen numerosas opciones de tratamiento. La decisión debe tomarse en función del número, la localización, el tipo de piel y otras características individuales del paciente. Además de la situación vital, también deben tenerse en cuenta las comorbilidades, el cumplimiento y las preferencias del paciente. Por último, pero no por ello menos importante, la experiencia y la familiaridad de los médicos tratantes también desempeñan un papel decisivo.
Un tratamiento común y eficaz para las formas más aisladas es la crioterapia. Si el objetivo es tratar la carcinización de campo, para tratar los cambios incipientes que aún no son visibles, se debe dar preferencia a la terapia fotodinámica y al tratamiento local con imiquimod, fluorouracilo tópico o, en las fases iniciales, diclofenaco como máximo. Recientemente se ha aprobado en Suiza una nueva y prometedora terapia tópica con gel de mebutato de ingenol. Dado que la terapia sólo es necesaria durante un breve periodo de tiempo, cabe suponer que el cumplimiento por parte del paciente mejora significativamente. Para los casos extensos, especialmente cuando todo el cuero cabelludo está afectado en pacientes de edad avanzada, debe considerarse también la posibilidad de un tratamiento con rayos X, que suele conducir a un largo periodo de remisión, pero que suele requerir seis ciclos de tratamiento.
¿Qué consejos deben dar los médicos a sus pacientes en caso de queratosis actínica?
Además de la educación sobre los signos de advertencia de una transformación incipiente en carcinoma espinocelular, los pacientes deben recibir instrucciones precisas sobre las medidas de protección solar. Además de la protección solar textil, es prioritaria la aplicación regular de cremas solares con un factor de protección solar de alto a muy alto. Por supuesto, también deben evitarse los solariums.
Entrevista: Andreas Grossmann