Las varices son un problema común. En la sociedad occidental, casi un tercio de los adultos están afectados. Las molestias inespecíficas, a veces atribuidas erróneamente a las varices, acaban llevando a estos pacientes al médico de familia, donde deben ser examinados de cerca e informados sobre las posibles opciones de tratamiento.
(ag) Las varices, también llamadas venas varicosas, están causadas principalmente por debilidades hereditarias del tejido conjuntivo con paredes y válvulas venosas debilitadas, lo que provoca el reflujo de la sangre principalmente hacia las venas superficiales de las piernas. En las personas sanas, las venas profundas se contraen con cada contracción muscular y la sangre fluye hacia el corazón. El reflujo se evita mediante el funcionamiento de las válvulas venosas. A continuación, los músculos vuelven a relajarse, creando una succión que extrae la sangre de las venas superficiales y profundas. Las varices, por el contrario, tienen válvulas dañadas o que no cierran y cambios en las paredes que permiten que la sangre fluya hacia el pie en lugar de hacia el corazón. Por lo tanto, una combinación de problemas hemodinámicos, cambios en la pared y en la válvula suele ser la responsable de la afección. Los factores de riesgo que influyen en el desarrollo de varices son permanecer mucho tiempo de pie o sentado, la falta de ejercicio, el exceso de calor, el embarazo, la obesidad, el sexo y la edad.
La varicosis troncular, en la que se ve afectada una de las venas tronculares, suele darse en combinación con la varicosis de rama lateral. Las arañas vasculares/varices reticulares, por el contrario, suelen aparecer como una red en forma de telaraña, causada por diminutas dilataciones venosas que discurren casi paralelas justo debajo de la piel. Las arañas vasculares también pueden causar molestias, por lo que no deben considerarse exclusivamente un problema estético.
La vena más comúnmente afectada por la varicosis es la vena safena mayor. Va desde la cara interna del pie, pasando por la parte inferior y superior de los muslos, hasta la ingle, donde se une al sistema venoso profundo.
¿Cuáles son las complicaciones?
A pesar de la elevada presión venosa, muchas personas no experimentan las varices como un impedimento físico importante. Además, la extensión de la varicosis no está directamente relacionada con los síntomas. Sin embargo, estéticamente pueden convertirse en un problema (venas tortuosas y dilatadas que sobresalen, decoloración azulada a pardusca de la piel, sobre todo en la cara interna de la parte inferior de la pierna). Además, hay sensación de pesadez o tensión, escozor, corte o “formicación” en las piernas, picor y dolor, cada vez más por la noche o tras permanecer mucho tiempo de pie. Las varices también son propensas a la inflamación. La denominada tromboflebitis superficial es una posible complicación de la varicosis, por la que el riesgo de desarrollar una trombosis venosa profunda, aunque bajo, existe, sobre todo si la flebitis superficial se extiende al muslo. El tratamiento de este tipo de tromboflebitis es con analgésicos antiinflamatorios.
Formas de diagnóstico
Aunque un médico de cabecera puede comprobar el tamaño y la extensión de las varices, preferiblemente con el paciente de pie y con buena luz, para ver si pertenecen al sistema de la vena safena mayor o menor, debe remitirlas a un especialista vascular para que las trate y realice una evaluación detallada.
Un historial médico cuidadoso es muy importante, ya que muchos pacientes se quejan de molestias que no están causadas por las varices. Determinar la localización exacta de la insuficiencia venosa no es necesario en la práctica general, ya que las pruebas clínicas son imprecisas y la ecografía Doppler puede ser realizada por especialistas vasculares.
¿Qué se puede hacer al respecto?
En principio, una enfermedad crónica no es curable. Debe considerarse el tratamiento de las varices en caso de hemorragia, lesiones cutáneas (como eczema o lipodermatoesclerosis florida con tejido subcutáneo endurecido) y úlceras. Para poder tomar una decisión adecuada para una determinada terapia, siempre hay que tener en cuenta la situación personal del paciente. Los pacientes de más edad se esclerosan con más frecuencia, mientras que los más jóvenes tienen más probabilidades de operarse porque aún tienen una mayor esperanza de vida.
El pilar de la terapia siguen siendo las medias de compresión. En general, sin embargo, existen muchas opciones para tratar las varices:
Escleroterapia: Consiste en esclerosar las varices inyectando un agente esclerosante (normalmente tetradecyl sódico o polidocanol). Esto daña el endotelio de los vasos. Si la escleroterapia tiene éxito, se produce una transformación a largo plazo de las venas en un cordón de tejido conjuntivo. Así pues, no se fija como objetivo la trombosis del vaso, sino la transformación definitiva en un filamento fibroso que no puede recanalizarse y que equivale a la extirpación quirúrgica en su resultado funcional. El objetivo es tratar la varicosis y prevenir posibles complicaciones. Los síntomas preexistentes pueden reducirse o eliminarse, y la hemodinámica patológicamente alterada puede mejorarse. En principio, todos los tipos de varicosis pueden esclerosarse. Las indicaciones y contraindicaciones figuran en el cuadro 1. Se trata de la terapia de elección sobre todo para las varices más pequeñas (varices reticulares/venas sensitivas). En este caso es eficaz y también tiene sentido por razones de coste. La extirpación quirúrgica y los procedimientos térmicos endovenosos son los más utilizados para la varicosis troncular.
En principio, la escleroterapia es eficaz y tiene pocos efectos secundarios cuando se realiza de forma competente. Los posibles efectos adversos son reacciones alérgicas (dermatitis, urticaria de contacto, eritema), necrosis cutánea (principal riesgo), pigmentación (suele remitir lentamente), enmarañamiento teleangiectásico (reacción individual, también puede producirse tras la eliminación quirúrgica), daños en los nervios, escotomas parpadeantes, síntomas similares a la migraña (especialmente con la variante de espuma), una reacción esclerosante excesiva (y tromboflebitis), colapso ortostático o tromboembolismo (casos excepcionales muy raros, riesgo aumentado al utilizar volúmenes mayores o concentraciones más altas).
En la escleroterapia con espuma, el agente esclerosante se espuma con gases/aire. En el vaso, esta espuma se extiende rápidamente y fuerza la sangre hacia los lados, lo que provoca un espasmo venoso y una obliteración más eficaz de los segmentos largos de las venas superficiales. La ecografía dúplex se utiliza para comprobar la posición de la aguja de inyección en la variz y controlar la propagación de la espuma esclerosante. La tabla 2 resume otros aspectos de seguridad.
Ambas formas de escleroterapia van seguidas de un tratamiento de compresión con vendas o medias de compresión.
Procedimientos quirúrgicos: El stripping se utiliza para tratar las varices desde 1906. Se realizan pequeñas incisiones (varidectomía de rama lateral, miniflebectomía) en la cara interna de la pierna y se extrae la vena dilatada con una sonda. Previamente, se paralizan la vena y sus pequeñas ramas laterales.
Por ello, la cirugía venosa convencional suele consistir en interrumpir la conexión entre la vena safena mayor y la vena femoral en la ingle (crossectomía) con flebectomía de las ramas secundarias varicosas y extirpación de la vena safena mayor. Los posibles efectos secundarios son los hematomas, que pueden ser importantes en el postoperatorio de grandes varices u obesidad. En general, sin embargo, el riesgo quirúrgico es bajo y el procedimiento es técnicamente sencillo.
Debido a predisposiciones genéticas, la tendencia a desarrollar nuevas varices se mantiene, pero rara vez en la misma medida que antes de la operación.
Procedimientos endovenosos/térmicos: Mínimamente invasivos son los procedimientos térmicos endovenosos. Se introduce un catéter en la vena safena mayor a través de una punción a la altura de la rodilla. A continuación se avanza hacia la ingle mediante guía ecográfica, lo que elimina la necesidad de una incisión en la ingle y hace menos probable la aparición de un hematoma postoperatorio. A continuación, la vena se cierra gradualmente. Sin duda, estas técnicas pueden hacer desaparecer las varices, pero la mayoría sigue necesitando escleroterapia o flebectomía.
La terapia de radiofrecuencia se realiza con una sonda de radiofrecuencia (VNUS), el calor generado en la punta de la sonda provoca la coagulación en el procedimiento de retracción. La técnica se realiza bajo anestesia local o general.
La terapia láser ofrece una alternativa a la extirpación venosa. Se introduce un fino hilo láser en la variz. A continuación, el médico suministra energía láser a través de la fibra óptica, lo que permite cerrar la vena en cuestión en retracción. Normalmente este procedimiento no dura más de una hora. A menudo quedan abiertas pequeñas ramas laterales, que más tarde pueden volver a transportar sangre y convertirse en varices (mayor tasa de recidiva que la extirpación).
Terapia de compresión: La terapia de compresión es la piedra angular del tratamiento y acompaña a casi todas las variantes terapéuticas. La compresión desde el exterior crea un pilar para los músculos. Esto mejora la capacidad de suministro de la bomba músculo-venosa. Las medias de compresión deben ser ajustadas individualmente por un especialista. Al cabo de unos seis meses, la media suele perder resistencia y debe sustituirse.
Fuentes:
- AWMF en línea: Directriz de la Sociedad Alemana de Flebología. Escleroterapia de varices (CIE 10: I83.0, I83.1, I83.2, I83.9). Estado actual: 05/2012.
- Poniewass N: Tratamiento de las varices: La terapia oldie supera a la tecnología láser. Spiegel en línea 21. 09. 2011.
- Wülker A: Varices y su tratamiento. ¿Qué procedimientos se utilizan hoy en día? Ars Medici 2007; 8: 429-430.
- Rohner H (Entrevista): Insuficiencia venosa crónica: ¿Qué ocurre tras la cirugía de varices? Ars Medici 2013; 21: 1083-1084.
PRÁCTICA GP 2014; 9(4): 6-7