Según los conocimientos actuales, la dermatitis atópica es una dermatosis inflamatoria crónica mediada por células T, en la que la inflamación sistémica también puede afectar a compartimentos corporales extracutáneos. Además de los riesgos de comorbilidad descritos como “marcha atópica” y una mayor susceptibilidad a las infecciones víricas, existen indicios de asociaciones con toda una serie de otras patologías. Entre otras cosas, los resultados de las investigaciones actuales apuntan a una posible correlación entre la dermatitis atópica y la aterosclerosis.
La dermatitis atópica es una enfermedad cutánea inmunomediada inflamatoria crónica que suele persistir durante muchos años y pertenece al grupo de las enfermedades atópicas. Según la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI), la atopia se define como “una tendencia individual o familiar a producir anticuerpos IgE en respuesta a concentraciones bajas de alérgenos (…) y a desarrollar síntomas típicos como asma, rinoconjuntivitis o dermatitis atópica” [1,2]. Se supone que los trastornos de la barrera cutánea característicos de la dermatitis atópica, causados, entre otras cosas, por una expresión y secreción inadecuadas de la proteína estructural filagrina, permiten la sensibilización a los aeroalérgenos en particular [2]. A nivel inmunopatológico, la dermatitis atópica se caracteriza por una inflamación de la piel dominada por Th2. Sin embargo, en el suero de los pacientes atópicos también se encuentra un aumento de las citocinas y quimiocinas asociadas a Th2, y también se han medido niveles elevados de granulocitos eosinófilos [3]. En resumen, estos hallazgos sugieren que en la dermatitis atópica debe presuponerse una inflamación sistémica, que además favorece el desarrollo de comorbilidades internas. El doctor Patrick Brunner, del Hospital Universitario Rockefeller de Nueva York (EE.UU.), habló en la Reunión Anual de la EADV sobre esta relevante y actual área de investigación. Además de los procesos inflamatorios mediados por Th2, que subyacen a las manifestaciones cutáneas, otras vías de señalización de citoquinas están implicadas en la dermatitis atópica, explica el experto. Estos hallazgos también redundan en el desarrollo ulterior de estrategias modernas de tratamiento sistémico, cuyos objetivos incluyen una reducción de las manifestaciones cutáneas, así como un alivio de las comorbilidades.
¿Factor de riesgo para la aterosclerosis?
La dermatitis atópica, al igual que la psoriasis, es una enfermedad inflamatoria mediada por células T y se ha demostrado que existen algunos puntos en común entre estas dermatosis inflamatorias, tanto a nivel tisular como celular [4]. Al igual que en el caso de la psoriasis vulgar, la cuestión es si los procesos inflamatorios sistémicos se asocian a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y si la dermatitis atópica puede considerarse un factor de riesgo independiente de acontecimientos cardiovasculares. Se sabe que los procesos inflamatorios desempeñan un papel importante en la fisiopatología de la aterosclerosis y se ha demostrado que la activación de las células endoteliales es un factor facilitador. Un estudio reciente demostró que la psoriasis y la dermatitis atópica se asocian a una mayor incidencia de aterosclerosis en comparación con los controles con piel sana [5]. Muchos otros estudios empíricos informan de posibles correlaciones entre los síntomas cardiovasculares y la dermatitis atópica [6,7].
En general, sin embargo, los hallazgos son inconsistentes y se señala que deben tenerse en cuenta los aspectos metodológicos del diseño del estudio, incluida la población estudiada, a la hora de interpretar los datos sobre comorbilidades internas en pacientes con dermatitis atópica [2]. Entre otras cosas, se han encontrado diferencias entre los hallazgos en Norteamérica y Europa, lo que podría tener que ver con aspectos socioculturales [8]. En cuanto a los mecanismos fisiopatológicos de un posible aumento del riesgo cardiovascular, se habla de las citocinas proinflamatorias IL17 e IL22, que también están aumentadas en la psoriasis vulgar, como impulsoras [2]. El análisis del proteoma* en la sangre de 59 pacientes con dermatitis atópica de moderada a grave, en comparación con sujetos sanos y pacientes con psoriasis, reveló marcadores de aterosclerosis elevados, como la fractalquina/CX3CL1, el CCL8, el factor estimulante de colonias de macrófagos (M-CSF) y el factor de crecimiento de hepatocitos (HGF), con cierta correlación entre estos parámetros y la gravedad de la dermatitis atópica [9].
* Proteoma = totalidad de todas las proteínas
¿Qué hay de otros riesgos de comorbilidad?
Además de las comorbilidades circunscritas a la “marcha atópica”, como el asma bronquial alérgica, la rinoconjuntivitis alérgica y la alergia alimentaria, y de un posible aumento del riesgo cardiovascular, también se ha constatado la aparición agrupada de obesidad, síndrome metabólico y diabetes en pacientes con dermatitis atópica (Fig. 1) [8]. Además, se encontraron pruebas de asociaciones con enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal [10]. Y en una publicación de 2020 de Lowe et al. se informa de un mayor riesgo de fractura, afirma el Dr. Brunner, aunque la relación causa-efecto no está clara [11,12]. Está demostrado empíricamente que los pacientes con dermatitis atópica muestran una susceptibilidad a las infecciones víricas como el eccema hepático, el eccema coxsackium o el molusco contagioso, lo que posiblemente esté relacionado con una menor presencia de péptidos antimicrobianos, por así decirlo, los antibióticos propios de la piel [13]. En cuanto a los tumores malignos como los linfomas, sólo se han podido demostrar asociaciones débiles, explica el ponente [11]. Por otro lado, se ha demostrado que los trastornos neuropsiquiátricos como la ansiedad, la depresión, el TDAH o los trastornos del espectro autista se dan con mayor frecuencia en pacientes con dermatitis atópica, afirmó el ponente [11].
También existen correlaciones basadas en la evidencia para los trastornos comórbidos del sueño. Los datos epidemiológicos muestran que el insomnio es significativamente más frecuente en personas con dermatitis atópica (OR 2,36; IC 95% 2,11-2,64) [14]. Las asociaciones postuladas entre la dermatitis atópica y los trastornos de depresión/ansiedad tampoco son inventadas de la nada, lo que puede deducirse de varios análisis de estudios controlados aleatorizados -incluido el de Simpson et al. 2016 (n=380) y de Bruin-Welleret et al. 2018 (n=325) – en el que el tratamiento con dupilumab en pacientes con dermatitis atópica de moderada a grave 16 semanas después del inicio no sólo produjo una reducción del prurito y las lesiones eccematosas, sino que también se asoció a una mejora significativa de la calidad de vida, así como de los síntomas de ansiedad y los trastornos depresivos [15,16].
Fuente: Reunión anual de la EADV 2020
Literatura:
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- Brunner PM: Enfermedad inflamatoria: Dermatitis atópica. Complicaciones y comorbilidades. Dr. Patrick Brunner, Reunión anual de la EADV 2020 (Virtual) , 30.10.2020
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- Simpson EL, et al: J Am Acad Dermatol 2016; 75(3): 506-515.
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DERMATOLOGIE PRAXIS 2021; 31(1): 31-32 (publicado el 21.2.21, antes de impresión).