Hasta un tercio de todos los pacientes que han sufrido un ictus padecen uno o más trastornos psicosociales. Reconocer y tratar estas deficiencias es crucial para mejorar el bienestar psicosocial tras un ictus. Pero, ¿cuál es la mejor manera de conseguirlo?
El ictus es una de las principales causas de discapacidad y muerte en todo el mundo. Tras un ictus, las personas pueden sufrir diversas secuelas, como deficiencias físicas, comunicativas, cognitivas y psicosociales. Estudios anteriores muestran que alrededor del 18-31% de todos los pacientes que han sufrido un ictus luchan con una o más deficiencias psicosociales. Estas deficiencias pueden tener varias consecuencias negativas, como una menor calidad de vida y calidad de vida relacionada con la salud, mayor mortalidad, peores resultados funcionales, peor recuperación tras el ictus, menor participación social y una rehabilitación más lenta. El bienestar psicosocial es de vital importancia para hacer frente a todos estos impedimentos tras un ictus.
Dado que la atención al ictus es muy compleja y que los pacientes suelen tener múltiples necesidades después de un ictus, la atención corre a cargo de un equipo multidisciplinar formado por varios profesionales sanitarios, como enfermeras, médicos, terapeutas (por ejemplo, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas) y psicólogos. Dado que estos profesionales sanitarios son corresponsables de la atención de los pacientes que han sufrido un ictus, a menudo se observa en la práctica una difuminación de los límites de las funciones entre los profesionales sanitarios. Esto genera confusión e incertidumbre sobre qué especialista es responsable de cada atención. Los cuidadores desempeñan un papel importante en estos equipos multidisciplinares y, por tanto, también en el proceso de atención tras un ictus. Se cree que las enfermeras en particular están en una posición ideal para abordar el bienestar psicosocial, ya que están presentes 24 horas al día, 7 días a la semana, en todas las organizaciones dentro de la atención al ictus, tienen una interacción estrecha y continua con los pacientes que han sufrido un ictus y también están implicadas con los pacientes que han sufrido un ictus después del alta. Además, las enfermeras suelen ayudar a los pacientes a reestructurar su vida cotidiana y su proceso de afrontamiento ofreciéndoles apoyo emocional, ánimo y consuelo, entre otras cosas. Sin embargo, estudios anteriores han demostrado que, aunque los cuidadores consideran que el bienestar psicosocial es un aspecto importante al que hay que prestar atención, a menudo se sienten inseguros cuando se trata de proporcionar cuidados para mejorar el bienestar psicosocial tras un ictus y suelen no estar seguros de cómo proporcionar este tipo de cuidados.
El análisis del estudio muestra las posibilidades
Se analizaron un total de 60 estudios en una revisión, en la que se identificaron 39 intervenciones que mostraban efectos positivos sobre el bienestar psicosocial tras un ictus. El estado de ánimo, la recuperación, el afrontamiento, las emociones, las consecuencias/problemas tras el ictus, los valores y las necesidades, los factores de riesgo y la prevención secundaria, la autogestión y la gestión de la medicación resultaron ser temas de intervención eficaces. Los temas de intervención más utilizados en las intervenciones eficaces fueron el afrontamiento, los factores de riesgo y la prevención secundaria, y las emociones, seguidos de las consecuencias tras el ictus, la autogestión, la recuperación, los valores y las necesidades, los objetivos, el estado de ánimo, el apoyo social, la gestión de la medicación, la vida tras el ictus, la resolución de problemas, la participación y la atención plena. Las intervenciones con efectos positivos estuvieron mayoritariamente mediadas por la información activa, seguida de la actividad física, la coordinación de los cuidados, la información pasiva, la relajación, la terapia de la memoria, la musicoterapia o el envío de una postal y el tratamiento farmacéutico.
Los cuidadores participan a lo largo de todo el proceso de rehabilitación, centrándose al principio principalmente en la rehabilitación funcional y pasando más tarde a un enfoque más amplio sobre el restablecimiento de las actividades de la vida diaria. En general, los cuidadores participan en el proceso de afrontamiento y en los ajustes -tanto físicos como psicosociales- de la vida de los pacientes. Por lo tanto, las enfermeras están sin duda en condiciones de asumir varias partes de la aplicación de medidas para mejorar el bienestar. Sin embargo, es poco probable que puedan aplicar todas las medidas.
Para saber más:
- van Nimwegen D, Gabrielsen Hjelle E, Kildal Bragstad L, et al: Intervenciones para mejorar el bienestar psicosocial tras un ictus: Una revisión sistemática. Int J Nurs Stud. 2023 Jun: 142: 104492. doi: 10.1016/j.ijnurstu.2023.104492.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2024; 22(2): 31