El trasplante de heces comenzó a utilizarse de forma generalizada en 2011, fecha desde la que ha sido aprobado por las autoridades sanitarias estadounidenses para el tratamiento de las infecciones por Clostridium difficile. En tales indicaciones, es la terapia de elección para las infecciones resistentes a los antibióticos y recurrentes.
Los experimentos con trasplantes de heces como cura no son nada nuevo. El trasplante de heces ya se mencionaba como remedio para la intoxicación alimentaria hacia el año 300 d.C. El trasplante de heces se utiliza más ampliamente desde 2011, cuando fue aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) para el tratamiento de las infecciones por Clostridium difficile. Clostridium difficile es responsable del 10-20% de las diarreas asociadas a los antibióticos. La tasa de infección se duplicó con creces en EE.UU. entre 1996 y 2003. En la actualidad, se registran aproximadamente 400.000 casos al año, y la mortalidad en Estados Unidos supera los 20.000 anuales. También se produjo un aumento de esta enfermedad en Europa y Asia. La enfermedad suele aparecer tras el uso de antibióticos en pacientes ancianos o en pacientes que reciben terapia inmunosupresora. El tratamiento de elección es de nuevo la terapia antibiótica: bien con metronidazol o con vancomicina, siendo esta última la que consigue una mejor tasa de curación. Desgraciadamente, la tasa de recurrencia tras la terapia antibiótica es del 6-50%. Existen varios estudios que muestran una tasa de curación tras el trasplante de heces en el 80-91% de los pacientes. Si el trasplante de heces se lleva a cabo tras la terapia con vancomicina, las posibilidades de éxito son de hasta el 95%.
¿Cómo se realiza un trasplante de heces?
El gran secreto del trasplante de heces es la selección de un donante de heces adecuado. Esto no parece ser tan importante en la infección por Clostridium difficile como en el tratamiento de otras enfermedades como la colitis ulcerosa. Se ha demostrado en diversos estudios que existen los llamados “superdonantes”, cuyas heces consiguen que muchos más pacientes entren en remisión clínica que las del otro donante. Por desgracia, estos superdonantes aún no pueden identificarse claramente mediante un análisis de heces. En general, sin embargo, debe procurarse que los donantes de heces estén sanos; en particular, deben descartarse enfermedades atópicas en el donante, así como enfermedades neurológicas, enfermedades malignas, fibromialgia, obesidad y enfermedades autoinmunes. Los donantes de heces no deben haber tomado antibióticos durante al menos seis semanas, deben ser VIH, VHC, VPH y VHA negativos y no deben encontrarse bacterias patológicas ni parásitos en las muestras de heces de estos donantes. La mejor técnica para el trasplante de heces es la aplicación circular de las heces del donante durante la colonoscopia. También hay datos con heces liofilizadas en cápsulas o aplicación de heces de donante a través de una sonda nasogástrica, así como enemas. En la mayoría de los estudios, sin embargo, la colonoscopia, posiblemente seguida de enemas, parece ser el método más eficaz.
¿Para qué enfermedades se utiliza el trasplante de heces?
Sin embargo, el trasplante de heces se ha investigado como procedimiento terapéutico para toda una serie de otras enfermedades en estudios muy pequeños y hasta ahora a menudo sin confirmar. Entre ellos figuran el autismo, la malabsorción bacteriana, la atopia, la obesidad y el síndrome del intestino irritable. Existen varios estudios sobre la colitis ulcerosa, una enfermedad intestinal inflamatoria crónica de etiología poco clara, que demuestran que el trasplante de heces puede conseguir la remisión de alrededor del 25% de los pacientes. En cambio, en la enfermedad de Crohn, el trasplante de heces no parece funcionar; en este caso, incluso se ha descrito un empeoramiento de la actividad de la enfermedad.
Lo que ocurre en el intestino en detalle no está muy claro. Sin embargo, varios estudios han demostrado cómo gérmenes hasta ahora desconocidos se instalan en el intestino tras el trasplante y que la composición de la flora intestinal también cambia a largo plazo. Sin embargo, resulta impresionante un pequeño estudio realizado en Alemania que demuestra que incluso las heces filtradas estériles provocan un cambio en la flora intestinal. El sistema parece ser mucho más complejo de lo que se pensaba, ya que no sólo las bacterias, sino también los hongos y los bacteriófagos pueden desempeñar un papel importante en este sistema. Así pues, el trasplante de heces es sin duda un campo de investigación muy interesante. Desgraciadamente, sin embargo, la base jurídica en Europa es difícil porque las autoridades sanitarias clasifican la defecación como un medicamento y exigen su normalización. Estados Unidos nos lleva años de ventaja en este sentido, con bancos de heces comerciales ya en funcionamiento y cerca de 200 estudios de trasplante de heces en marcha. En la actualidad, debe advertirse contra el bombardeo excesivo en condiciones no controladas fuera de los estudios, ya que no pueden descartarse las infecciones y otras complicaciones.
Mensajes para llevarse a casa
- Para las infecciones por Clostridium difficile resistentes a los antibióticos y para las infecciones recurrentes por Clostridium difficile, el trasplante de heces es el tratamiento de elección.
- La selección del donante es crucial, deben excluirse las enfermedades crónicas y las infecciones.
- Los procesos exactos en el intestino tras el trasplante aún no están claros. Los estudios han demostrado que la composición de la flora intestinal cambia a largo plazo.
Bibliografía a petición del autor
PRÁCTICA GP 2017; 12(12): 31-32