Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Ulm han identificado el trabajo físico pesado como un factor de riesgo para la enfermedad nerviosa incurable esclerosis lateral amiotrófica (ELA). En su publicación especializada, que se basa en el amplio registro de ELA de Suabia, los autores de neurología y epidemiología describen también un síntoma precoz de ELA recién descubierto: al parecer, el nivel de actividad de los afectados disminuye ya cinco años antes del diagnóstico. Los médicos de Ulm pueden ahora incluso dar a los enfermos de ELA una recomendación de actuación respecto a los niveles de actividad.
Al parecer, las personas que realizan trabajos físicamente duros en el trabajo padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA) con más frecuencia que los oficinistas, por ejemplo. Esta es la conclusión a la que han llegado los científicos del Centro Médico de la Universidad de Ulm. En general, el nivel de actividad parece influir en el desarrollo y la progresión de la enfermedad: Los investigadores de neurología y epidemiología han identificado por primera vez un descenso repentino de la actividad física como síntoma precoz de la ELA y han demostrado que el ejercicio moderado tras la aparición de la enfermedad aumenta el tiempo medio de supervivencia. Ahora el estudio, que se basa en el amplio registro de ELA de Suabia, se ha publicado en línea en “Neurology”.
¿Tienen los canteros, leñadores o atletas de élite que trabajan duro físicamente un mayor riesgo de desarrollar esclerosis lateral amiotrófica? ¿Y puede la actividad física influir en el curso de la enfermedad? Estas preguntas de investigación fueron el punto de partida de un amplio estudio del Centro Médico Universitario de Ulm, en el que se considera toda la vida de los participantes. “Desde los años sesenta se habla del trabajo físico pesado como factor de riesgo de ELA. Esto fue provocado por las enfermedades del destacado jugador de béisbol estadounidense Lou Gehrig y de varios futbolistas italianos con esclerosis lateral amiotrófica”, explica el profesor Albert Ludolph, director médico de la Clínica Universitaria de Neurología de Ulm (RKU).
En la ELA, las llamadas neuronas motoras mueren. Los síntomas van desde la parálisis a la pérdida del habla, pasando por la sensación de estar atrapado en el propio cuerpo. A pesar de los nuevos enfoques terapéuticos, esta enfermedad relativamente rara sigue siendo incurable y conduce a la muerte entre dos y cinco años después del diagnóstico. Los estudios sobre si el trabajo físicamente exigente influye en el desarrollo y la progresión de la enfermedad aún no son concluyentes.
Por ello, investigadores de neurología y epidemiología de Ulm han examinado esta conexión y la influencia de la actividad física general en un estudio a gran escala. La base es el Registro de ELA de Suabia, que ha registrado todos los nuevos casos diagnosticados en la región desde 2010. Para el presente estudio, 393 pacientes con ELA y 791 sujetos de control sanos proporcionaron información en entrevistas estandarizadas sobre la duración y el tipo de sus actividades en distintas fases de la vida (a los 20, 30, 40, 50 y 60 años). Se les pidió que clasificaran el estrés físico en el trabajo y en su tiempo libre: En primer lugar, en “actividades sudorosas” como los deportes intensivos o el trabajo de agricultor, obrero de la construcción o cantero. Y en segundo lugar, en esfuerzos ligeros como el trabajo de oficina o el ciclismo. A partir de esta información, los investigadores calcularon el “valor MET”, es decir, el gasto energético relacionado con las horas semanales (1 MET = consumo de oxígeno de 3,5 ml/kg/min). “Con estos amplios datos de los afectados y del grupo de control sano, esperamos obtener información sobre el trabajo físico pesado como posible factor de riesgo de ELA. También estamos investigando la influencia de la actividad física en el curso de la enfermedad”, resume la primera autora, la Dra. Angela Rosenbohm, médico jefe y científica de la Clínica Universitaria de Neurología de Ulm.
Los resultados de la evaluación estadística tienen una relevancia clínica inmediata
Aparentemente, la actividad física general de los participantes en el estudio no está relacionada con un mayor riesgo de ELA. Los afectados y el grupo de control declararon un nivel de estrés comparable a lo largo de la vida. Sin embargo, los pacientes con ELA mostraron un descenso significativo de la actividad unos cinco años antes del diagnóstico. Los investigadores sospechan que los deterioros subclínicos o los cambios relacionados con la enfermedad en el metabolismo, así como en el estilo de vida, ya se producen antes de la aparición de los síntomas. En general, la comparación con el grupo de control sano muestra que el trabajo físico pesado se asocia con casi el doble de riesgo de ELA. El ejercicio en el tiempo libre no parece tener efectos negativos comparables. “Sin embargo, otras tensiones laborales aún desconocidas también podrían influir en el riesgo de enfermedad”, explica la profesora Gabriele Nagel, del Instituto de Epidemiología y Biometría Médica de la Universidad de Ulm.
Además, el tiempo medio de supervivencia tras el diagnóstico está aparentemente relacionado con el nivel de actividad: Los pacientes con ELA inactiva tuvieron la supervivencia más corta, de 15,4 meses. Pero incluso el grupo más ágil físicamente murió tras una media de 19,3 meses. Con un nivel de actividad moderado de 10,5 MET/h a la semana -equivalente a unas dos horas de bicicleta durante este periodo- la mediana del tiempo de supervivencia fue más alta, de 29,8 meses.
“Con el descenso de la actividad unos cinco años antes del diagnóstico, hemos descubierto por primera vez un síntoma precoz de ELA asociado al metabolismo. Además, pudimos demostrar que la actividad física también influye en la duración de la supervivencia tras la aparición de los síntomas”, subraya la Dra. Angela Rosenbohm. Los posibles efectos de los cambios relacionados con la enfermedad en el metabolismo o el estilo de vida sobre los niveles de actividad deben investigarse con más detalle en futuros proyectos de investigación. Pero el estudio ya muestra a los pacientes de ELA oportunidades de influir ellos mismos en el curso de la enfermedad sin medicación: “Incluso después de la aparición de los síntomas, aconsejaríamos un ejercicio moderado”, confirma el autor principal, el profesor Ludolph.
Publicación original: Curso vital de la actividad física y riesgo y pronóstico de la esclerosis lateral amiotrófica en un registro alemán de ELA. Angela Rosenbohm, Raphael Peter, Johannes Dorst, Jan Kassubek, Dietrich Rothenbacher, Gabriele Nagel, Albert C Ludolph, The ALS Registry Swabia Study Group. Neurología Oct 2021, 10.1212/WNL.00000000012829; DOI: 10.1212/WNL.00000000012829