El trastorno de ansiedad generalizada suele comenzar entre los 20 y los 30 años. Se acompaña de síntomas psicológicos y físicos. Una aclaración rápida y la realización del diagnóstico correcto (especialmente en el amplio campo de los diagnósticos diferenciales) son fundamentales para evitar daños mayores en la vida social y profesional del paciente. ¿Qué necesita saber sobre esta enfermedad para no pasarla por alto en su propia consulta? El siguiente artículo ofrece una visión general.
(ag) Según el DSM-IV o el DSM-5, el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es el miedo y la preocupación excesivos (sobre múltiples acontecimientos o actividades) que se producen la mayoría de los días durante al menos seis meses. A la persona le resulta difícil controlar las preocupaciones. Se añaden al menos tres de los seis síntomas siguientes:
- Inquietud
- Fácil fatigabilidad
- Dificultad para concentrarse o vacío en la cabeza
- Irritabilidad
- Tensión muscular
- Trastornos del sueño.
La ansiedad y la preocupación (o los síntomas físicos) provocan una limitación clínicamente relevante y no se limitan a las características de un trastorno mental. No debe haber causas orgánicas. “Los síntomas somáticos en particular rara vez se reconocen como parte del TAG, a pesar de que a menudo son los primeros síntomas”, afirma el doctor Philipp Eich, de Liestal. “Como dan lugar a numerosos exámenes para determinar la supuesta causa orgánica, oscurecen la visión de los componentes psicológicos del TAG”. De este modo, no se detecta ni se trata. Los síntomas físicos asociados al TAG pueden incluir
- Trastornos del sueño y problemas para conciliar el sueño
- Dolor, tensión y dolores musculares, agujetas
- Taquicardia, palpitaciones, sudoración
- Mareos, aturdimiento
- Síntomas gastrointestinales, por ejemplo, náuseas, diarrea, síndrome del intestino irritable.
“Además de los síntomas físicos, el TAG incluye naturalmente síntomas psicológicos como nerviosismo, irritabilidad y preocupación, problemas de concentración o vacío mental y, por supuesto, ansiedad. También se observa inquietud, tensión e incapacidad para descansar. Los factores de incertidumbre no son tolerados por el paciente, tiene dificultades para evaluar y afrontar los problemas”, dice el experto. “Aunque lleva ansiedad en su nombre, el TAG no suele presentarse principalmente con este síntoma. Los estudios muestran que los trastornos somáticos, el dolor, los trastornos del sueño y la depresión son más frecuentes como síntomas principales.”
TAG en la consulta familiar
A menudo, el TAG no se reconoce en la consulta del médico general. ¿Por qué? Además de un buen tercio de pacientes a los que se diagnostica correctamente, hay unos dos tercios en los que el médico de cabecera no reconoce el trastorno mental o no lo asocia al TAG, según los estudios. “Existen varios obstáculos que impiden reconocer los trastornos mentales”, afirma el Dr. Eich. “Por parte del paciente, a veces hay miedo a la estigmatización o la gente sólo se queja de los síntomas físicos cuando visita al médico y hace caso omiso de los psicológicos. Por parte del médico, el problema puede ser que no esté suficientemente informado sobre los criterios de diagnóstico o las mejores preguntas que hacer. Además, puede estar bajo presión de tiempo o sentirse incómodo a la hora de abordar problemas emocionales. La preocupación por el reembolso también puede influir”.
En la tabla 1 se ofrece un resumen de las preguntas clave en la evaluación y el diagnóstico del TAG. Existen numerosos cuestionarios (GAD-7 para la detección del TAG; PHQ-2 para el estado de ánimo depresivo y la anhedonia; HADS para la ansiedad y la depresión) que los propios pacientes cumplimentan. Ayudan al médico a reconocer el TAG o la depresión. No obstante, deben consultarse los criterios diagnósticos actualmente vigentes de la CIE-10 o del DSM-5 para el diagnóstico definitivo.
Opciones terapéuticas
Existen varias opciones no farmacológicas para el tratamiento de apoyo del TAG. Entre ellas se incluyen la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual, los ejercicios de relajación, la psicoterapia y la autoayuda (biblioterapia). Según el ponente, la indicación de psicoterapia en particular debe hacerse precozmente o con tiempo suficiente.
En cualquier caso, según el Dr. Eich, antes de prescribir un fármaco deben aclararse la edad del paciente, su tolerancia, sus preferencias y las enfermedades concomitantes. Además, hay que tener en cuenta la gravedad de la enfermedad, la respuesta previa al tratamiento y el potencial de interacción con los medicamentos concomitantes. Los costes de la terapia respectiva también desempeñan un papel, por supuesto. “¿Existe riesgo de autolesión deliberada o de sobredosis accidental?” Estas cuestiones deben aclararse antes de prescribir.
Según el Dr. Eich, los fármacos de primera elección son los ISRS/ISRSN y la pregabalina. “Después de eso, la regla es: empezar poco a poco – ir despacio. Existe un gran efecto placebo con estos pacientes, son muy sensibles y suelen quejarse de muchos efectos secundarios. Los ISRS y los IRSN también deben reducirse gradualmente. Deben tenerse en cuenta los fenómenos de interrupción, por ejemplo, el síndrome de interrupción, que aumenta la ansiedad y los síntomas vegetativos.
Fuente: Mesa redonda de los medios de comunicación, 19 de junio de 2014, Zúrich