Una nutrición óptima es uno de los determinantes más importantes de la salud. Una nutrición adecuada antes y después de una infección es, por tanto, muy importante. En lo que respecta a la prevención y el desarrollo de la COVID-19, hasta la fecha sólo se han realizado unos pocos estudios sobre los patrones dietéticos. Investigadores brasileños de la Universidad de São Paulo se han encargado ahora de esta tarea.
La COVID-19 no fue la primera pandemia del mundo. Sin embargo, con el fin de evitar la propagación de esta enfermedad altamente contagiosa, se produjeron rápidamente cambios globales como ningún otro antes. Estados Unidos y Brasil registraron el mayor número de casos y muertes. En contraste con las regiones occidentales, la isla japonesa de Okinawa tuvo una baja tasa de mortalidad relacionada con el COVID. Las tasas de mortalidad e infección también fueron más bajas en el África subsahariana que en el norte de África, Europa y Norteamérica. Estas poblaciones de Japón y del África subsahariana tienen contextos geopolíticos y socioeconómicos diferentes, pero hábitos alimentarios similares: Ambas siguen una dieta predominantemente vegetal, comen menos carne y tienen una baja prevalencia de enfermedades crónicas (como el síndrome metabólico), lo que probablemente ha contribuido a la menor mortalidad COVID-19.
El Dr. Julio Cesar Acosta-Navarro, de la Unidad de Urgencias Clínicas, Instituto del Corazón, Hospital de Clínicas HCFMUSP, Universidad de São Paulo, y sus colegas realizaron un estudio observacional en el que 702 participantes proporcionaron información sobre características sociodemográficas, hábitos dietéticos y niveles de COVID-19 mediante un cuestionario entre marzo y julio de 2022. Además, se determinó su estilo de vida y se comprobó su historial médico, incluida la vacunación COVID-19. Por último, se clasificaron en dos grupos en función de sus hábitos alimentarios: Omnívoros, es decir, “omnívoros” sin restricciones (n=424), y “comedores de plantas”, cuya dieta es principalmente vegetal (n=278). Estos últimos se dividieron a su vez en aquellos que tomaban carne en su dieta tres veces a la semana o menos (flexitarianos, n=87), y vegetarianos y veganos (n=191) que no tomaban ningún alimento de origen animal como huevos, leche y productos lácteos, pescado y carne roja.
Los participantes con una dieta basada en plantas enfermaron con mucha menos frecuencia
Los investigadores no encontraron diferencias significativas entre los grupos en las variables de sexo, edad, vacunación y grado de aislamiento. Un total de 330 personas (47,0%) tenían una infección por COVID-19. De ellas, 224 (31,9%) fueron diagnosticadas con síntomas leves y 106 (15,1%) con síntomas de moderados a graves. La prevalencia de COVID-19 fue significativamente mayor en el grupo omnívoro que en el grupo de dieta basada en plantas (51,6% frente a 39,9%; p=0,005). (Fig. 1A+B). En cuanto a la gravedad de la infección por COVID-19, el grupo omnívoro presentó una mayor tasa de infecciones moderadas que el grupo de dieta vegetal (17,7% frente a 11,2%; p=0,005). (Fig. 1C+D). La duración de los síntomas en las personas con COVID-19 no difirió entre los dos grupos (p=0,549).
Los vegetarianos consumían más cereales, fruta, verduras, frutos secos y semillas, así como aceites vegetales, y menos productos lácteos y huevos (todos p<0,001). Por el contrario, el grupo omnívoro tenía un mayor consumo de carne (p<0,001) que los dos grupos de dieta basada en plantas. Los investigadores descubrieron que la menor prevalencia de COVID-19 en el grupo basado en plantas en comparación con el grupo omnívoro se debía principalmente al brazo vegetariano. Las personas que seguían una dieta basada en plantas y vegetariana tenían un 39% menos de probabilidades de infectarse que las que comían carne. Por otro lado, la frecuencia de consumo de los grupos de alimentos en el grupo omnívoro fue la misma que en el grupo flexitariano. Los flexitarianos están más cerca del grupo omnívoro en cuanto al consumo de alimentos y la falta de protección que los vegetarianos. Por lo tanto, los resultados positivos en el grupo vegetariano pueden estar relacionados con diferencias en el consumo de grupos de alimentos: un mayor consumo de cereales, fruta, verduras, frutos secos y semillas, aceites vegetales y un menor consumo de productos lácteos, huevos y carne, explican los autores.
Una dieta basada en plantas es rica en antioxidantes, fitoesteroles y polifenoles, que tienen un efecto positivo en varios tipos de células implicadas en la función inmunitaria y poseen propiedades antivirales directas. Además, se encontró un menor número de leucocitos y granulocitos neutrófilos en los vegetarianos. También se demostró que la actividad de las células NK de los linfocitos de la sangre periférica es mayor en las poblaciones vegetales que en las omnívoras. Los participantes que consumían carne y productos vegetales, eran menos activos físicamente a diario y tenían más probabilidades de padecer sobrepeso y obesidad eran claramente más susceptibles a la infección por COVID-19 y a sus síntomas y complicaciones más graves.
Una dieta basada en verduras, frutos secos y legumbres y baja en productos lácteos y carne puede ayudar a prevenir la infección por el SRAS-CoV-2, concluyen el Dr. Acosta-Navarro y sus colegas. Sin embargo, advierten que se trataba de un estudio retrospectivo y que tenía que basarse en la información proporcionada por los participantes, que era naturalmente subjetiva. No obstante, a la vista de estos resultados, recomiendan una dieta basada en plantas o vegetariana.
Literatura:
- Acosta-Navarro JC, et al: Las dietas vegetarianas y basadas en plantas se asocian a una menor incidencia de COVID-19. BMJ Nutrition, Prevention & Health 2024: e000629; doi: 10.1136/bmjnph-2023-000629.
InFo NEUMOLOGÍA Y ALERGOLOGÍA 2024; 6(2): 28-29