La gestión del tratamiento del síndrome de Parkinson idiopático ha mejorado significativamente en los últimos años. Aunque todavía no es posible un tratamiento causal, ahora la enfermedad puede tratarse sintomáticamente. Mientras tanto, pueden abordarse individualmente distintos factores como la edad, el sexo, los síntomas principales y las enfermedades concomitantes, y también puede compensarse el efecto decreciente de la levodopa.
El síndrome de Parkinson idiopático es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por bradicinesia, rigidez, temblor e inestabilidad postural. La prevalencia es de 100 a 200 por cada 100.000 habitantes. Patológicamente, una degeneración de las neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra desempeña un papel importante. En la mayoría de los casos se desconoce qué desencadena la neurodegeneración. Parece estar implicada una degradación alterada de la α-sinucleína mal plegada en los lisosomas, pero también una disfunción de las mitocondrias. La genética puede desempeñar un papel, pero es la única causa en menos del 10% de los pacientes. Las mutaciones en el gen de la glucocerebrosidasa aumentan el riesgo, mientras que las mutaciones en el gen de la α-sinucleína, por ejemplo PARK1, pueden ser directamente causantes de la enfermedad. Los síntomas típicos van precedidos de una larga fase prodomal, durante la cual pueden aparecer otros síntomas como olores o trastornos del sueño. Sólo cuando al menos la mitad de las neuronas han muerto y el contenido de dopamina en el cuerpo estriado se ha reducido en al menos dos tercios aparecen los síntomas típicos del Parkinson.
Agonistas dopaminérgicos fármaco de elección
Hasta la fecha, no existe ningún tratamiento curativo para la enfermedad de Parkinson. Desde el punto de vista terapéutico, el objetivo es, por tanto, mejorar la calidad de vida con una mejora de los síntomas motores, autonómicos, cognitivos y psiquiátricos y evitar las complicaciones secundarias y los efectos secundarios del tratamiento dopaminérgico. Esto se debe a que la enfermedad se caracteriza por síntomas motores cardinales debidos a un déficit de dopamina, sobre todo en las fases iniciales, por lo que la gestión del tratamiento se basa principalmente en la administración de sustancias dopaminérgicamente activas. Para los pacientes más jóvenes en particular, la directriz recomienda el uso de agonistas dopaminérgicos o un inhibidor de la MAO-B como monoterapia. Sin embargo, los pacientes que requieren levodopa desde el principio también deben recibirla desde el inicio de la terapia. La levodopa es un precursor de la dopamina que, a diferencia de ésta, puede atravesar la barrera hematoencefálica. En el SNC, la levodopa se convierte en dopamina por descarboxilación enzimática. Sin embargo, la degradación también tiene lugar en la periferia, por lo que sólo una fracción de la levodopa administrada peroralmente llega al SNC. Por este motivo, siempre se combina con uno de los dos inhibidores de la dopa descarboxilasa (DDI) periféricamente activos, la carbidopa o la benserazida, cuando se administran por vía oral. Sin embargo, después de unos cinco años de tratamiento, suelen esperarse fluctuaciones motoras. Para contrarrestar la hipocinesia de final de dosis, por ejemplo, pueden utilizarse inhibidores de la catecol-O-metiltransferasa (COMT) para inhibir la descomposición de la L-dopa en 3-O-metildopa.
Los primeros inhibidores que se introdujeron para la terapia complementaria fueron la tolcapona y la entacapona. Opicapon está ahora también disponible como preparado que sólo debe tomarse una vez al día. Todos los preparados sólo son eficaces en combinación con levodopa y se administran en combinación con levodopa y uno de los DDI. Es importante ajustar la dosis original de leodopa al inicio de la terapia para evitar reacciones excesivas debidas a un aumento de la concentración de dopamina en el cerebro. Por lo tanto, los efectos secundarios típicos como mareos, molestias gastrointestinales, espasmos musculares, ortostatismo con descenso de la tensión arterial, alucinaciones, estreñimiento y discinesia suelen deberse al aumento del efecto de la dopamina.
Para saber más:
- Kalia LV, Lang AE. Enfermedad de Parkinson. Lancet 2015; 386: 896-912.
- www.pharmazeutische-zeitung.de/frueh-erkennen-gezielt-behandeln-144592/seite/5/?cHash=f96e22ce03b9342412e7d4a118b15b8d (letzter Zugriff am 31.03.2024)
- www.akdae.de/fileadmin/user_upload/akdae/Arzneimitteltherapie/NA/Archiv/201703-Ongentys.pdf (fecha de acceso: 31/03/2024)
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2024; 22(2): 34