Las alergias son un tema cotidiano en la consulta del médico de cabecera. Hasta principios de este milenio, se suponía que alrededor de un tercio de la población occidental padecía alguna alergia, ya fuera cutánea, respiratoria, a medicamentos o al veneno de insectos. Recientemente, nuevos datos epidemiológicos de Austria y Alemania han demostrado que más de la mitad de la población está sensibilizada a un alérgeno inhalante como el polen o los ácaros del polvo doméstico. tiene anticuerpos IgE contra proteínas específicas.
El diagnóstico de la alergia se basa en la historia clínica, las pruebas cutáneas, la detección de anticuerpos IgE específicos en el suero y, si es necesario, las pruebas de provocación. La historia clínica es la parte más importante del diagnóstico y ésta también decide si un hallazgo cutáneo o serológico positivo es clínicamente significativo o no. Gracias a los diagnósticos moleculares de alergia, ahora se comprende mejor la alergia en el sentido de que las sensibilizaciones primarias pueden distinguirse de las reacciones cruzadas o las proteínas potencialmente peligrosas pueden distinguirse de las menos peligrosas basándose en la detección de anticuerpos. Además, los diagnósticos de alergia basados en componentes pueden ser útiles para determinar la indicación de una inmunoterapia específica (SIT). Ahora se puede explicar científicamente una entidad clínica como el síndrome de la nuez del polen de abedul/fruta del pepino o el síndrome de los ácaros del polvo doméstico.
También ha habido algunas innovaciones en la terapia, aunque los corticosteroides tópicos y los antihistamínicos constituyen la base del tratamiento sintomático tanto en adultos como en niños. Además, la única terapia causal hasta la fecha, es decir, la TIE o desensibilización -aunque reconocida por la OMS- sigue teniendo una existencia de alhelí en Suiza. Entre los alérgicos al polen, algo menos del 2% se beneficia de la TIE. La indicación de la TIE debe hacerla un alergólogo, pero puede llevarla a cabo el médico de familia. Puesto que el paciente está en el centro, el médico generalista y el especialista deberían poder trabajar codo con codo.
Aunque los dos artículos sólo reflejan aspectos parciales de la práctica alergológica, deberían ayudar al médico general a comprender mejor las interpretaciones o procedimientos alergológicos.
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Prof. Dr. Arthur Helbling
PRÁCTICA GP 2014; 9(2): 10